El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 344
¨El Misterio de Belicena Villca¨
es que el individuo de los medios rurales suele poseer un discernimiento moral más certero,
no racional sino emanado de las profundidades del Espíritu.
El sereno juicio de hombres a los que solemos tomar por ignorantes, podría llegar a
sorprendernos. Sin la costra de infinitas costumbres decadentes cristalizadas en todos los
sitios de la mente, estas gentes sencillas experimentan también estados de conciencia
trascendente, sin hacer demasiada bulla y, lo que es bueno, sin efectuar “clasificaciones
parapsicológicas”.
A los efectos de comparar ambas conductas, supongamos que han sido puestos (el
ciudadano y el hombre rural) a elegir entre Dios y el Demonio, siendo el segundo la imitación
del primero. Con toda probabilidad, la inclinación racionalista del ciudadano, lo incapacitaría
para discernir entre esencia y apariencia Divina. Tal vez esta distinción tampoco la pueda
realizar la simple mente del campesino; pero, por esta misma simpleza o pureza, él podrá
“presentir” la presencia de Dios, tener la “certeza” de distinguir entre la verdad y la mentira.
Podrá parecer muy difícil que a alguien se le plantee una disyuntiva semejante, pero para
mí ésa era la cuestión al considerar la necesidad de recibir “ayuda exterior”. Porque esta
ayuda sería, por sobre todas las cosas, “ayuda espiritual”, y ese auxilio sólo podría provenir del
“más allá”, de un Mundo trascendente a la materia y al hombre. Y aquí es donde Yo me había
detenido perplejo en el pasado: ese “otro Mundo” ¿qué Dios lo rige? ¿Cuál es la verdadera
Religión del Espíritu? ¿Quiénes son sus representantes en la Tierra? ¿Dónde está la Puerta
hacia Dios, hacia el Mundo de Dios, hacia la Patria del Espíritu?
Durante muchos años busqué la verdad de estas preguntas, pero jamás como ahora
estuve ante una situación límite en que la necesidad de discernir se hacía incompatible con la
vida corriente. Pues, estaba seguro, ya no podría avanzar más en mi vida sin encontrar una
respuesta; tenía 36 años, pero hacía por lo menos 15 que “buscaba” res-puestas. En esa
búsqueda había transitado un camino sinuoso que no desdeñó las cumbres intelectuales de la
Filosofía y la Ciencia, ni los abismos irracionales de Religiones y Sectas.
Recordaba que al principio había estado orgulloso de tener una formación “occidental”.
Preparado en un ambiente de crudo cientificismo racionalista, hubo tiempos en que llegué a
confiar ciegamente que las metodologías de la investigación empírica eran el único camino
para obtener un conocimiento cierto del Universo. Pero pasaron los años, aparecieron
angustias que no podían reducirse por ninguna “metodología” y entonces consideré la
posibilidad de explorar otras vías de conocimiento.
Recorrí en esa búsqueda mil tendencias filosóficas y religiosas; leí cientos de libros y
practiqué muchos ritos de Cultos distintos. Pero siempre ocurría lo mismo; mientras las teorías
y dogmas, expresados de todas las formas imaginables, eran cuando menos dignas de
respeto, no podía decirse lo mismo de las organizaciones que sustentaban tales ideas. A
menos que uno estuviese cegado por una fe fanática, acababa por descubrir “atrás” de las
Ordenes o Sectas –o simplemente de los “Líderes”–, el fin subalterno e inconfesable; la
ligazón inadmisible e intolerable.
Estos fines ocultos, fui descubriendo con indignación, obedecían a tres modos de operar
de las fuerzas sinárquicas: un modo “militar”, un modo “político”, y un modo “religioso”,
sin que esta clasificación implique orden de importancia o aparición. Las “Sociedades Secretas
sinárquicas”, usaré este nombre genérico, podían comportarse de acuerdo a uno, dos, o a los
tres modos mencionados, y tender firmemente al cumplimiento de sus fines secretos. En
última instancia, comencé a sospechar, todas se unían en un objetivo común: obtener el
dominio del Planeta, favorecer la toma del Poder mundial por parte de un grupo jerárquico de
hombres. Naturalmente, que entonces Yo ignoraba, hasta la lectura de la carta de Belicena
Villca, que los destinatarios del esfuerzo universal de la Sinarquía eran los miembros del
Pueblo Elegido. Pero, he aquí lo que Yo comprobaba: los Servicios de Inteligencia de
cualquier especie y país, modo “militar” de las Sociedades Secretas sinárquicas, se ocupan
de infiltrar todas las organizaciones posibles, incluidas las sectas o Iglesias religiosas, cuando
no las controlan directamente, como por ejemplo ocurre con la Iglesia de los Santos de los
Últimos Días (Mormones) que está hábilmente manejada por la C.I.A. El marxismo
internacional, el trotskismo, el sionismo, etc., modos “políticos” de las Sociedades Secretas,
están atrás de cientos de inocentes organizaciones que les sirven de fachada. Y dentro de los
modos “religiosos” se cuentan miles de grupos o grupúsculos controlados por la Sinagoga,
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