El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 341
¨El Misterio de Belicena Villca¨
En el siglo XVII ya hay suficientes bancos judíos en el mundo como para asegurar a éstos
una buena porción del Poder; el siglo XVIII, por poner un ejemplo, ve la ascensión de la “Casa
Rothschild”, familia judía dueña de la Banca del mismo nombre, de nefasta actuación hasta el
siglo XX.
Todo esto es historia conocida, pero lo que quiero significar es que, obtener el control de
los medios financieros, lleva inevitablemente a una lucha por el control del Estado. Y al fin de
la Edad Media, cuando comienza esta historia, el Estado es la Iglesia Católica, razón por la
que, entre los siglos XV y XX, la lucha por el Poder iba a enfrentar en muchas ocasiones a la
Iglesia Católica y al Gran Kahal Judío.
Estos enfrentamientos, a veces feroces, deberían haber acabado con uno de los bandos,
si en el curso de los siglos algo así como una mano invisible no hubiera intervenido siempre
para conciliar a ambos oponentes. Estudie, Arturo, la Historia y verá con claridad lo que le
digo; cuando surge el conflicto por un lado, sea que lo inicie la Iglesia o los Reyes Católicos o
la Inquisición, etc., contra el Poder Judío, o por otro lado, sea que la Conspiración Hebrea
lanza “la Revolución”, “la Masonería”, “el Marxismo”, etc., contra el Poder Cristiano, allí
aparece un elemento moderador, suavizador del conflicto; evitando la lucha inminente;
diluyendo las tensiones. Este elemento, brazo ejecutor inconsciente, es el celta. ¡Pero atrás
del celta está el verdadero instigador: el Golen, el Fili, el Druida, con su poder increíble!
¡Sé que pensará que no estoy en mis cabales, Arturo; y no puedo probar esta conjetura
fantástica que apenas me atreví a formular!
El Profesor me miraba turbado. Era evidente que temía haberse excedido y por eso sus
ojos trataban de taladrar mi cerebro. Y sin embargo, a pesar de sus prevenciones, sus
hipótesis se quedaban cortas frente a la magnitud de los planes Golen que denunciara
Belicena Villca en su carta: era cierto, tal como lo comprendiera el Profesor, que los Golen
“mediaban” entre la Iglesia y la Sinagoga; pero