El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 272

¨El Misterio de Belicena Villca¨ mundo! Con ella trazaré el Signo HK en este estandarte infernal y luego entraremos a matar a los Demonios. ¡Nuestro Signo es invencible! Con su dedo pulgar derecho, embebido en sangre, dibujó el Signo del Origen e instantáneamente pareció como si un fuego consumiese a los siete triángulos encantados. –¡Matemos a los Demonios! –gritaron a coro todos los guerreros. Sin embargo no alcanzaron a ingresar al túnel. Aún humeaban en el suelo los restos de los estandartes cuando los Demonios de Shambalá, que observaban ocultamente la reacción de los Kassitas, se dispusieron a emplear una de sus terribles armas atlantes: el “cañón OM”. Primero fue un sonido suave, penetrante y agudo, como el cantar de la cigarra. Luego comenzó a subir de tono y de volumen hasta hacerse irresistible. –¡Isa, Isa! –gritaron a dúo Nimrod y Ninurta. Efectivamente, descendiendo de lo alto por las espinas del árbol Enlil, estaba a la vista el espectro de la princesa Kassita. Los miraba fijamente y parecía hablar enérgicamente pero, en un primer momento, nadie oyó nada, pues el monosílabo de El emitido intensamente había aturdido a casi todos. Sin embargo era impresionante la fe que los Kassitas sentían por la Iniciada de Kus y quizá esta confianza hizo que pronto oyeran, o creyeran oír, sus instrucciones. –¡Poneos atrás de Nimrod y de Ninurta! Observad fijamente el Signo de HK que tienen grabado en sus espaldas y dejad que fluya en vosotros la Voz de la Sangre. Su rumor apagará cualquier cosa que os perturbe. Y vosotros, valientes Jefes: tenéis un arma poderosa; veréis que ella os protege. Miradme a mí y confiad, que pronto cesará vuestro dolor. Dando un salto hasta el Rey y el General la Iniciada puso sus manos en las cabezas de aquellos Héroes produciendo la exaltación de una como aura brillante en torno de sus cuerpos. Esta operación produjo evidente alivio pues un segundo después ambos estaban maldiciendo, aunque no lograban aún oír sus propios juramentos. Mientras en el Cielo ocurrían los sucesos que acabo de narrar, abajo, junto al Zigurat, el resto del pueblo vivía curiosas experiencias. Cuando Nimrod arrojó las cabezas de los Demonios la algarabía fue muy grande y poco tiempo des