El Misterio de Belicena Villca El Misterio de Belicena Villca Edición 2017 | Page 150
¨El Misterio de Belicena Villca¨
Cumpliréis vuestro trabajo y luego os enclaustraréis de por vida en un Monasterio de clausura.
¡Y ni se os ocurra desobedecer nuestro mandato pues la Tierra será chica para ocultar vuestra
traición! No obstante, no confiamos en vos y seréis vigilado día y noche desde ahora. ¡Pero
debéis saber, criatura mortal, que ni la Muerte os podrá librar de Nosotros, pues a los
mismísimos infiernos iremos a castigarte! ¿Habéis comprendido los riesgos que corréis?
El pobre monje se había arrojado al suelo, a los pies de Bera, y temblaba como un perro
asustado. –”N...no o…osaría traicionaros” –balbuceaba, sin levantar la mirada de los pies de
Bera, sin atreverse a ver nuevamente la amenaza mortal de sus ojos.
–Más vale que digáis la verdad –dijo con ironía aquel Rey de la Mentira, que era Bera–.
¡Levantaos, perro! –ordenó con dureza– y observad la página de este libro abierto.
¿Qué veis en ella?
Los cuatro sacerdotes se miraron entre sí, asombrados de que los Inmortales mostrasen al
monje escultor, que no era ni Teólogo ni Cabalista, y mucho menos Iniciado, un dibujo secreto
del Sepher Icheh.
Tratando de serenarse, el imaginero se apoyó con sus dos manos en el borde de la mesa
rampa y observó la hoja indicada. Lo que vio, pronto le hizo olvidar los amargos minutos
anteriores y, él se lo repetiría para sí mismo toda la vida, lo recompensó de los sufrimientos
padecidos hasta entonces. Por primera vez se sintió libre de culpas, sin pecado, perdonado
por una Piedad que venía de adentro del Alma, como si el Alma participase de un Jubileo
Divino: y quien inspiraba esa sensación de libertad anímica, esa seguridad de ser aprobado
por Dios y amado por Cristo, era la Más Bella y Majestuosa imagen de la Madre de Dios que el