El magazín de Teror Portada RD Número 1-fusionado | Page 13

pude ver los grandes y numerosos espacios verdes que nos animaban a tendernos sobre el césped o a disfrutar de la sombra en los bancos. El día, soleado y sin nubes, era perfecto para estudiar al aire libre y sin distracciones. Salvo el murmullo general de algunos estudiantes a lo lejos y del paso de algún avión cada cierta hora, otro punto a favor era el ambiente tranquilo que se respiraba. Una vez dentro de los recintos, había buenas señalizaciones. Gracias a ellas, dimos con el aula correcta en apenas medio minuto, aunque ya era un poco tarde. En la puerta aguardaba un señor trajeado y con corbata. - Matemáticas, ¿verdad? - - Si, Matemáticas - Y nos abrió la puerta. En todas las conferencias siempre había uno y controlaba el paso de las personas y la gestión del tiempo en caso de que al ponente se le fuera de las manos. Una vez dentro, todos nos miraban mientras la tutora nos invitaba a ocupar los asientos que quedaban libres, que eran pocos. Allí de estudio. Palabras como perseverancia o continuidad, junto a esfuerzo y organización se repitieron mucho. Luego de este recordatorio se metían con los horarios, que indicaba el cierre de las clases a la una del mediodía, aunque en cursos más avanzados se podría ocupar la jornada de tarde con materias optativas. Lo que si me sorprendió fueron las clases dividas (dos veces por semana) y las tutorías. Seis horas a la semana destinadas a preguntar dudas o resolver problemas. Aprovecharlo es fundamental. Ahora bien, lo que más me llamó la atención fueron las prácticas externas, que ocupaba el espacio de los viernes. No me refiero a las prácticas convencionales, de ahí que sean "prácticas externas". Las prácticas externas conectan los estudios universitarios con las actividades profesionales y las salidas laborales existentes. Pueden realizarse en la propia universidad o en empresas, instituciones y entidades públicas o privadas en el ámbito nacional e internacional a partir del tercer curso. Por eso me gustaron las charlas. Todas se detenían en explicar las salidas Alguno admitía, incluso, que hasta le daban ganas de estudiar la materia después de asistir a la charla había unas 100 personas, pero se nos informó de que al inicio de curso serían entre 60 y 70. Efectivamente, comprendí que muchos de los que estaban allí ponían mala cara cada vez que se nombraban palabras como integrales o cálculo diferencial. Este no era su sitio. Más allá de las asignaturas específicas de cada carrera, todos trataban varios puntos en común. Empezaban definiendo el grado, los objetivos y las competencias que se esperarían del alumnado. A continuación, pasaban al plan TIP laborales y los proyectos que ofrecen las entidades colaboradoras. Los planes de movilidad, aplicables del mismo modo durante el tercer curso, fueron igual de interesantes. Hay muchos convenios con universidades europeas. A la salida de física nos dirigimos al edificio donde se localizaba el aula magna de la facultad de economía, pero no para asistir a la charla de nutrición humana y dietética, sino a ciencias medioambientales. Nuevamente se volvieron a destacar los