El libro de la verdad y de la vida El libro de la verdad y de la vida | Page 82

E L LIBRO DE LA VERDAD Y DE LA VIDA correspondida con una actitud de recompensa por parte de los educadores. Si se pierde la oportunidad de formar mo- ralmente a los niños en la infancia, se corre el riesgo de que se conviertan en adultos inadaptados e incapaces de saber la diferencia entre lo que les corresponde a ellos y lo que es propio de los demás, o dicho de otra manera, que pueden pensar que hagan lo que hagan no encontraran castigo a sus acciones, aun sabiendo que son ilícitas, por haber es- tado sobreprotegidos en la infancia. No es mejor el padre que se limita a dar dinero a sus hijos y que nunca los cas- tiga. El padre ideal debe, por un lado, recompensar a sus hijos por sus acciones correctas, pero también estar dis- puesto a castigar las equivocadas cuando se hacen a con- ciencia. Es en la infancia cuando los niños tienen su per- sonalidad sin definir y, por tanto, es el momento al que corresponde este tipo de formación. De perderse esa opor- tunidad, al llegar a la edad adulta será más difícil corregir una actitud desviada y el niño podría acabar siendo un adulto déspota e infeliz, que chocaría de continuo con el resto de los ciudadanos, hasta que, con el tiempo, se dé la posibilidad de que comprenda su error. También es importante subrayar que es en la escuela donde tiene que darse la educación filosófica o religiosa, puesto que esta asignatura en ningún caso es de valor infe- rior a las demás, pero debe de estar libre de injerencias ex- ternas, como las sectas u organizaciones religiosas privadas como la católica. Es al Estado y a las asociaciones de pa- dres a quienes compete determinar cómo tiene que ser esta formación. Por supuesto, esta educación tiene que estar 82