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A NTONIO P INTO R ENEDO
negativa y catastrofista de la vida en la creencia de que así
mantendría un mayor control sobre las personas.
Otra elección que la Iglesia nunca debió de hacer es
constituirse como Estado independiente, pues la religión
siempre debería estar en el ámbito de lo cultural y nunca en
el político, y después del surgimiento de las primeras de-
mocracias europeas, la Iglesia se quedó más desfasada que
nunca por ser la primera dictadura en aparecer y, posible-
mente, será la última en extinguirse. Esta es la razón de que
sea una contradicción el que algunos estados se conside-
ren independientes, pero que todavía destinen parte de
sus presupuestos a una organización privada y paralela
como es la Iglesia.
También en el orden interno el empeño casi obsesivo de
detentar todo el poder la llevó a negar a sus propios miem-
bros el derecho a casarse, siendo esta medida muy contra-
producente, al separar más a los curas de la sociedad y,
además, favorecer una discriminación en favor de los ho-
mosexuales dentro de la Iglesia, ya que quienes deseaban
casarse no podían continuar en ella. Hay que tener en
cuenta que en la Biblia no hay nada que sugiera que los
miembros de la Iglesia no se puedan casar, y esta fue una
iniciativa unilateral de los líderes religiosos.
El afán de la Iglesia de pretender perdonar en nombre de
Dios también constituyó una extralimitación de sus pode-
res, pues está más encaminado este acto a la obtención de
información confidencial que a hacer un acto de justicia, ya
que era imposible saber si tal arrepentimiento era sincero o
no. Esa facultad que ellos se atribuyen se debe al hecho de
que Jesús dijo a los apóstoles que, después de que él ya no
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