El libro de la verdad y de la vida El libro de la verdad y de la vida | Page 135

A NTONIO P INTO R ENEDO También es importante dejar claro que no se debe de confundir la ley con la justicia, pues lo primero es el con- junto de reglas de obligado cumplimiento creadas por el Estado y lo segundo es la verdad que emana de la natura- leza y por la que se debe tener en cuenta los derechos y li- bertades de cada cual de forma imparcial. En principio, la ley se debería de basar en la justicia al crear sus normas, pero esto no tiene que ser así necesariamente. Otro ejemplo de la desidia hacia las víctimas de algunos estados en estas falsas democracias es la condescendencia con los crímenes cometidos por los menores de edad. Es cierto que un menor no tiene la misma capacidad de crite- rio que un adulto, pero eso no es una razón para aplicarles condenas ridículas en proporción a los delitos causados, porque el mensaje que se transmite a la sociedad es que si eres menor, puedes violar o matar que quedarás impune. Tampoco es lógico que un hombre de dieciocho años cum- pla una condena como adulto y otro con diecisiete años y medio cumpla otra menor. La condena tiene que ser en proporción a lo cerca que se esté de la mayoría de edad, pero sin que exista una separación brusca entre serlo o no. EL ESTADO CÓMPLICE Algunos estados de los que se autoproclaman como de- mocracias tienden a practicar en cuestiones de legalidad una política invertida en la que a las víctimas se les trata como delincuentes y a los delincuentes como víctimas. Por ejemplo, en España, tras el final de la dictadura, comenzó la transición democrática y con esos denominados “políti- 135