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A NTONIO P INTO R ENEDO
normas para combatir las bajas injustificadas que, al fin y
al cabo, acaban perjudicando a los trabajadores honrados
con medidas como premiar la constancia en el trabajo. Hay
que tener en cuenta que estas cuestiones no son irrele-
vantes, pues de ello deriva la competitividad de las empre-
sas y su capacidad para conservar sus puestos de trabajo.
LAS EMPRESAS
Resultaría bueno el hecho de que las empresas favorecie-
sen la existencia de un solo tipo de contrato de trabajo que
sería fijo e indefinido en el tiempo. De este modo, todos los
trabajadores, desde su contratación, partirían de unas cir-
cunstancias de trabajo idénticas, así a cada mes irían acu-
mulando la indemnización por despido correspondiente que
les iría afianzando cada vez más en su puesto, al dificultar su
despido, y poder hacer planes como tener una familia o
de otro tipo. Por ello, es conveniente defender la existencia
de una indemnización justa que anime a las empresas a
conservar a sus trabajadores, pero sin que sea tan alta que
impida desprenderse de ellos en casos extremos. El contra-
to de trabajo temporal es algo de lo que se ha abusado y
sería correcto aplicarlo únicamente a las empresas, pero
no a los trabajadores.
A cambio, a las empresas se les debería reconocer el de-
recho a poder despedir a sus empleados sin tener que dar
ninguna explicación, pero siempre y cuando se les pa-
gue la indemnización que corresponda en cada caso,
porque no es bueno que el Estado imponga la presencia
de empleados por la fuerza que las empresas no deseen ten
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