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A NTONIO P INTO R ENEDO
rasen la estatua de la bestia. E hizo poner a todos, peque-
ños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, una marca
impresa en la mano derecha o en la frente, a fin de que
nadie pudiese comprar ni vender si no estaba marcado con
el nombre de la bestia o el número de su nombre. Aquí la
sabiduría: Quien tiene entendimiento calcule la cifra de la
bestia. Porque es cifra de hombre. Su cifra es seiscientos se-
senta y seis.
Apocalipsis 13:11
En la actualidad, los partidos políticos también se afa-
nan por marcar a los ciudadanos y convertirlos en instru-
mentos de sus intereses, les embaucan con sus instigaciones
y fomentan el odio contra el resto de partidos con el único
fin de anular su capacidad de raciocinio y obtener así un
voto que lo que hace es convertir a los ciudadanos en cóm-
plices de sus inequidades, e impedirles poder hacer nada
hasta las próximas elecciones.
Porque cuando un ciudadano vota, lo que hace es dar su
poder a unos políticos que ya no tendrán necesidad de con-
tar con ellos, como mínimo, durante cuatro años, que es lo
que suelen durar los ciclos electorales, y el poder de los vo-
tantes quedará secuestrado durante todo ese tiempo al no
poder hacer nada para cambiar las cosas. A esta clase de de-
mocracia no se le puede considerar como tal, puesto que
una auténtica democracia es aquella que consulta a los ciu-
dadanos todas y cada una de las leyes de forma vinculante,
y no de manera simbólica como ocurre ahora.
Con esto no quiero decir que no haya nada de positivo
en los actuales modelos democráticos, pero es un grave
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