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E L LIBRO DE LA VERDAD Y DE LA VIDA
hijos como un estorbo en la realización de sus expectativas
laborales.
Desde mi punto de vista, lo correcto es que todo hijo
concebido de forma voluntaria continúe hasta su normal
nacimiento. Es una falacia discutir sobre si es un ser hu-
mano o no, porque quienes no desean tener hijos lo tie-
nen fácil, abstenerse de las relaciones sexuales o realizar-
las de forma segura; pero pretender, por un lado, tener re-
laciones sexuales sin control y, por otro, decir que se han
quedado en estado sin saberlo es un acto de hipocresía y
suprema estupidez. Los niños no vienen por casualidad ni
es algo que solo les ocurre a los pobres como algunos
pretenden afirmar. La decisión de quedarse embarazadas
o no debe decidirse con antelación a las relaciones sexua-
les y no es lógico, después del acto, culpabilizar de ello al
no nacido y mucho menos financiar los abortos con dine-
ro público, porque, primero, es la prevención antes de que
el problema ocurra y no al revés. Pero cuando un niño es
concebido ya no tiene sentido discutir al respecto y lo
lógico es dejar que el embarazo prosiga su curso, y lo per-
tinente sería por parte del Estado prestar toda la ayuda po-
sible a esa futura madre.
No obstante, si, por alguna razón, una mujer embara-
zada no se sintiera interesada por criar a su futuro hijo sería
bueno que el Estado lo entregase a aquellas parejas que por
algún motivo no puedan tener hijos. Así se harían un be-
neficio mutuo.
También es una falacia decir que una mujer es joven
para tener un hijo, pero no lo es para quedarse en estado.
Hay que tener en cuenta que si la naturaleza ha dado a una
mujer la capacidad de quedarse embarazada en un deter-
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