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A NTONIO P INTO R ENEDO
raciales, y países de colonización como Estados Unidos de-
berían crear estados dentro de sus fronteras para sus mino-
rías étnicas, por ejemplo a los negros se les podría entregar
la mitad sur de Florida, a los nativos de las tribus indias se
les podría dar territorios en el interior para crear su propio
estado independiente, así los colonos blancos saldarían la
deuda histórica que lleva doscientos años pendiente de ser
solucionada; y lo mismo con las demás razas. Estas razas
deberían recibir tierras en función de su porcentaje sobre la
población total, pues todos tienen el mismo derecho a be-
neficiarse de las tierras de su país.
Ya no sería necesario que los negros tengan que vivir so-
juzgados por una sociedad en su mayor parte blanca que,
de forma sistemática, se esfuerza por fingir que el tema ra-
cial no existe; podrían así tener un estado en el que tanto
el presidente como los policías o diputados serían de su
propia raza y esa sería la auténtica prueba de libertad.
En el caso de las tribus indias, muchos blancos presu-
men de respetarlas o preocuparse por ellas, pero pocos pro-
ponen que se les entreguen tierras con las que poder crear
su propio estado independiente de los Estados Unidos. El
exterminio de los indios no tiene nada que envidiar al que
se cometió con los judíos por los nazis y es una cuenta
pendiente que aún está sin solucionar. La colonización de
los Estados Unidos no hubiera sido tan nefasta para los
indios si simplemente los colonos blancos hubieran reco-
nocido su derecho sobre la tierra. Pero la codicia del
hombre blanco no conocía límites, por ello sería un gesto
positivo y también un acto de reconciliación con la histo-
ria, que se reconociese el derecho de estas tribus a tener
un estado independiente.
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