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nuevos virus, lo que provoca una lenta reacción a la infec-
ción. Hay que tener en cuenta que el cuerpo humano está
lleno de todo tipo de bacterias, pero no por ello causan
daño, pues están en equilibrio con el sistema inmunoló-
gico que regula su cantidad. Por supuesto, el contacto con
una cantidad excesiva de bacterias o virus puede llegar a
enfermar o a matar, pero eso no significa que su función en
la naturaleza sea esa.
En cuanto a los resfriados o gripes, los virus que los pro-
vocan son de tipo común y bien conocidos por el sistema
inmunológico, pero la razón de que enfermemos se debe a
que entran en contacto con el cuerpo de forma ocasional,
de modo que, cuando esto ocurre, el número de anticuer-
pos o de los especializados contra este virus es bajo. Por lo
tanto, el proceso de la enfermedad es el que tarda el cuerpo
en identificar el virus y general el número de anticuerpos
necesario para combatirlo. Una vez que la infección se eli-
mina, vuelven a descender los anticuerpos y el proceso co-
mienza de nuevo. En este sentido, hay que subrayar que el
protagonismo en la curación no lo tienen las medicinas,
sino el propio sistema inmunológico. Por ello, a este tipo de
enfermedades se las podría definir como reversibles.
Podría decirse que la lucha de los anticuerpos contra los
virus también representa la lucha de la vida sobre la muerte
y, en muchos casos, ese conflicto permanente viene a de-
terminar la duración de la vida de muchos seres vivos, ya
que al acercarse a su vejez, la capacidad de las defensas dis-
minuye.
Los virus también pueden ser los responsables de nu-
merosos casos de dolor de cabeza en primavera y verano.
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