EL LIBRO DE ENOC
Uriel a quien es Señor de la creación del mundo ha subordinado las
huestes de los cielos.
Él tiene poder sobre la noche y sobre el día, para hacer brillar la luz sobre
los humanos: el sol, la luna, las estrellas y todas las potencias de los
cielos que giran sobre sus órbitas.
Esta es la ley de las estrellas con relación a sus constelaciones, sus lunas
nuevas y sus signos.
Estos son los nombres de quienes las guían, de quienes vigilan que
entren en su tiempo, en orden en su estación, su mes, en su período, con
su potencia y en su posición.
Sus cuatro guías, quienes dividen las cuatro partes del año, entran
primero, enseguida los doce jefes de la clase que separan los meses y
por los trescientos sesenta días están los jefes de millar, dividiendo los
días, y por los cuatro que son intercalados, están quienes como guías
dividen las cuatro partes del año.
Los jefes de millar están intercalados entre guía y guía, cada unto tras
una estación, las que sus guías separan.
Estos son los nombres de los guías que separan las cuatro partes del año
que han sido fijadas: Melki’el, Helimmel’ek, M’elay’el y Nar’el.
Y los nombres de quienes los conducen: Adn’ar’el, Idyasusa’el e ’Ilume’el;
estos tres son los que siguen a los jefes de clases de las estrellas y hay
otro que viene detrás de los tres jefes de clases que siguen a los guías
de las estaciones que separan las cuatro estaciones del año.
Al principio del año se levanta primero Melki’el, quien es llamado Tamaini
y «sol», y todos los días de su gobierno, sobre los cuales él domina, son
noventa y un días, he aquí los signos de los días que aparecen sobre la
tierra durante el tiempo de su dominio: calor, sudor y calma; todos los
árboles producen frutos y las hojas crecen sobre ellos; la mies del trigo;
la rosa florece, pero los árboles de invierno llega a secarse.
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