EL LIBRO DE ENOC
Capítulo 17
Después me llevaron a un sitio cuyos habitantes son como el fuego
ardiente, pero cuando desean aparecen como humanos.
Me llevaron a la casa de la tempestad, sobre una montaña cuya cima
tocaba el cielo, y vi las mansiones de las luminarias y los tesoros de las
estrellas y del trueno, en los extremos del abismo donde están el arco de
fuego, sus flechas y carcaj, la espada de fuego y todos los relámpagos.
Luego me llevaron hasta las aguas de vida y hasta el fuego del occidente,
el que recogió todas las puestas de sol.
Llegué hasta un río de fuego cuyas llamas corren como agua y
desemboca en el gran mar que está al lado del poniente; vi grandes ríos
y llegué a una gran oscuridad y hasta donde ningún ser carnal camina;
las montañas de las tinieblas de invierno y el sitio hacia donde fluyen
todas las aguas del abismo; y vi la desembocadura de todos los ríos de
la tierra y la desembocadura del abismo.
Capítulo 18
Vi los tesoros de los vientos y vi que con ellos Él ha adornado toda la
creación y los cimientos de la tierra; y vi también la piedra angular de la
tierra y los cuatro vientos que sostienen la tierra y el firmamento; como
los vientos extienden el velo del cielo en lo alto y cómo tienen su puesto
entre el cielo y la tierra: son las columnas del cielo; los vientos que hacen
girar y que conducen por las órbitas del sol y de los astros en sus
estancias; los vientos que sostienen las nubes sobre la tierra; vi los
caminos de los ángeles; vi en los confines de la tierra el firmamento en lo
alto.
Después fui al sur y vi un sitio que ardía día y noche, en donde se
encontraban siete montañas de piedras preciosas, tres del lado oriental y
tres del lado del mediodía.
Así, entre las que estaban en el oriente, una era de piedra multicolor, una
de perlas, y la otra de piedras medicinales; y las que estaban en el sur
eran de piedra roja.
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