EL LIBRO DE ENOC
Después de esto, en una visión vi venir a todas las aves rapaces del cielo:
águilas, buitres, gavilanes y cuervos; las águilas guiaban a todas esas
aves y se pusieron a devorar a estas ovejas, a picarles los ojos y a
devorar sus carnes.
Las ovejas gritaron porque su carne estaba siendo devorada por las aves.
Yo miraba y me lamentaba en mi sueño por el pastor que apacentaba las
ovejas.
Observé hasta que esas ovejas fueron devoradas por las águilas, los
gavilanes y los buitres, que no les dejaron ninguna carne ni piel ni
tendones sobre ellas y no les quedaron más que sus huesos hasta que
los huesos también cayeron al suelo y las ovejas llegaron a ser muy
pocas.
Vi cuando veintitrés pastores habían apacentado y habían cumplido
estrictamente sus turnos cincuenta y ocho veces.
He aquí que unos corderos nacieron de esas ovejas blancas y llegaron a
abrir sus ojos y ver y le balaron a las ovejas y les gritaron, pero no les
escucharon lo que decían porque estaban extremadamente sordas y
demasiado ciegas y cada vez peor.
Vi en la visión como los cuervos volaban sobre estos corderos y
agarraban a uno de ellos y despresaban a las ovejas y las devoraban.
Observé hasta que retoñaron los cuernos de estos corderos y los cuervos
se los hacían caer y vi hasta que allí un gran cuerno retoño en una de
estas ovejas y sus ojos se abrieron.
Ella los miró y le gritó a las ovejas y los carneros la vieron y acudieron
todos a su lado.
A pesar de esto, todas las águilas, buitres, cuervos y gavilanes seguían
arrebatando a las ovejas, se echaban sobre ellas y las devoraban. Aún
las ovejas permanecían en silencio pero los carneros gritaban y se
lamentaban.
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