El Librito Majorero nº29 noviembre 2016 | Page 13

www.ellibrito.es compañeros de algunas asociaciones culturales locales isleñas. Sigo preguntándome: ¿la participación depende solo de la organización por parte de las instituciones públicas que ponen guaguas gratuitas? ¿O quizás saber que el propio Excelentísimo Cabildo es el organizador del evento hace sentir a muchos de nosotros lo suficientemente seguros de que no habrá repercusiones personales, por ejemplo a nivel de puestos de trabajo? ¿Cuánta gente no está dispuesta a dar la cara por miedo a venganzas personales por parte del régimen postfeudal en el que vivimos? Bueno, si el nuestro fuese un sistema libre y democrático de verdad, no tendría sentido preocuparse por expresar libremente las propias opiniones, incluso participando en manifestaciones públicas. Si hubiese alguien que teme dar la cara para no perder el puesto de trabajo, entonces la cantante tendría toda la razón.   Al fin y al cabo, para fotografiar correctamente el contexto actual se necesitarían unas declaraciones libres por parte de cada uno de nosotros, los que vivimos en esta compleja realidad. En otros términos, ¿nos sentimos libres de expresar 13 claramente nuestras opiniones o tememos que – por poner un ejemplo – nos van a denegar el permiso que esperamos o nos bloquearán una licencia, si es que nos atrevimos a opinar en contra de lo que le gusta al Ilustrísimo (lenguaje de época feudal) de turno?   La funcionaria tal o el político cual, ¿pueden hacernos la vida imposible si nos declaramos abiertamente en contra de la opinión dominante? Si las respuestas a todas o a algunas de estas preguntas fuesen positivas, no solamente la declaración inicial de la cantante Bebe resultaría mucho más que correcta, sino que tendríamos un problema muy gordo por lo que se refiere al normal desarrollo de la coexistencia democrática entre personas libres, porque libres no seríamos. Todo esto desembocaría en la necesidad de que cada uno de nosotros se pregunte a sí mismo si vale más un pariente enchufado o la propia dignidad. Obviamente, la respuesta – no puede ser de otra forma – es y tiene que ser personal, cada uno enfrentándose a su propia conciencia y a su propia dignidad.