El jugador - Fedor Dostoiewski
comer! », pensé, pero cien pasos más adelante cambié de parecer
y volví al casino. Aposté ese gulden a manque (esa vez fue a
manque) y, es cierto, hay algo especial en esa sensación, cuando
está uno solo, en el extranjero, lejos de su patria, de sus amigos,
sin saber si va a comer ese día, y apuesta su último gulden, así
como suena, el último de todos. Gané y al cabo de veinte minutos
salí del casino con ciento setenta gulden en el bolsillo. ¡Así
sucedió, sí! ¡Eso es lo que a veces puede significar el último
gulden! ¿Y qué hubiera sido de mí si me hubiera acobardado
entonces, si no me hubiera atrevido a tomar una decisión?
¡Mañana, mañana acabará todo!
FIN
StudioCreativo ¡Puro Arte!
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