El-insomnio-de-Oriana teaser | Page 21

Dame un besito aquí, que me he hecho daño. Parecía divertido subir demasiado alto. Ahora me da miedo bajar, agárrame de la mano. Ya sé que no pasa nada, pero yo no estoy a salvo. «¿Qué es esto? No puede ser mío. Es… bonito», digo en voz alta. Realmente, no me lo esperaba. Los pensamientos son mezcla de fantasía y realidad. Esto no parece de verdad y a la vez sí. Un momento. Creo que aquello fue un sueño sobre un recuerdo de cuando era niña: mi padre me cogía en brazos desde la rama más alta de un árbol porque me daba miedo bajar después de haber trepado por él. Me da nostalgia pensar que ahora tengo 25 años. Tuve que soñarlo ayer porque ese cuaderno es un diario y siempre sigo mi rutina; aunque no sea consciente, escribo. Aunque no esté bien, escribo. Creo que cuando estoy muy cansada no distingo entre sueños y realidad. Tiene sentido: nunca estoy despierta, nunca estoy durmiendo. Los sueños son como los cuentos. Dicen algo importante a partir de historias alejadas de la realidad. La muerte no es para niños y los mayores no siempre encajan bien las fantasías, así que las leyendas hacen que ambos lo comprendan. En la página anterior: café, cargar móvil, pulsera, ducha, cena, cargar móvil, dormir, ducha, café, eyeliner, ascensor. Quizás sea más útil cuando la Oriana de ayer escribe sobre sus sueños creyendo que fue lo que vivió ese día, así que sigo buscando uno así. «¡Aquí está!», digo en voz alta, entusiasmada, y leo: 21