II
LA RUTINA ES UN BUCLE
Suena el despertador. Salgo de la cama para apagarlo. Casi
me caigo. Siempre lo dejo lejos de la cama para no seguir
durmiendo después de apretar el botón. Me cuesta mucho
levantarme.
El mismo aparato también es radio. La enciendo. Pongo esa
emisora en la que solo suena música. No sé qué número es, solo
paro de pasar canales porque no hay nadie hablando. No me
gusta escuchar a nadie cuando todavía no me he despertado.
Bostezo y me rasco la cara. Sigo el ritmo con mis pasos hasta
el baño. Me pongo agua fría en el rostro y dejo que ésta entre
en mis ojos abriéndolos bien. No escuece, sí reseca. Parpadeo.
Sigo sin despabilar, así que me meto en la ducha. Será
algo sencillo porque ya voy justa de tiempo. Solo quiero que
el agua haga que note cada parte de mi cuerpo. Me pesa la
cabeza. Tengo resaca y no he bebido. O no lo recuerdo. Me
concentro y, por más que lo intento, no consigo recuperar
aquello que se me está olvidando. Otra vez esa sensación.
Al salir de casa, voy andando distraída y las horas transcurren
ahora que no las estoy mirando. Pese a llevar un reloj de
17