El-insomnio-de-Oriana teaser | Page 29

Vivo muy cerca del supermercado, así que voy andando a casa por la avenida principal. Hay poca gente en la calle debido al calor, aunque ya anochece. Pocas veces puedo caminar tranquilamente por el barrio céntrico de la ciudad. Lo disfruto, incluso me atrevo a entrar en el mercado. Hay un ruido metálico y una luz fluorescente que me permite mirar a la cara a cada una de las personas. Unas más delgadas, otras más arrugadas. Todas se ven grises bajo los focos que les pronuncian las ojeras. Las bolsas que llevan en las manos les encorvan la espalda. De repente, me invade la sensación de soledad que siempre intento evitar y tengo que sentarme. Estoy solo entre la gente que camina despacio. Me veo dentro de una espiral de caminantes lentos hacia todas las direcciones y no puedo salir. El murmullo entra en mí sin alimentar mi espíritu. Todos a mi alrededor van pensando en sus cosas y ni se dan cuenta de que no me encuentro bien. Me pasan andando por encima mientras a mí me falta aire. Me hacen un favor, ya que, si les dijera lo que me pasa, le quitarían importancia. Y eso sí que me dejaría peor. Me levanto y sigo caminando en círculos sobre lo mismo. La rutina. No saber qué estoy esperando me estresa. Si por la mañana hablo tan decidido como hace un momento, por la noche le temo a todo. Cambio radicalmente en cuanto se va la luz del día. Ya no soy risueño ni positivo. Además, se me van las ganas de hacer nada. De alguna forma, eso me aterroriza y me deja sin fuerzas. Por esto, odio la noche. Prefiero no hacer otra cosa que dormir cuando llega la oscuridad. Es en otoño cuando lo paso peor, los días son más cortos y la noche cae mientras todavía estoy volviendo a casa. Siento que el día se ha esfumado y que 29