El gran dictador | Page 5

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Los judíos fueron catalogados por los nazis como “sub-humanos”, y Chaplin creyó adquirir el compromiso de dar a conocer al mundo los efectos letales que podía conllevar la megalomanía sin freno de un dictador enajenado.

El control de los medios de comunicación de masas era fundamental para exaltar las virtudes de un incipiente régimen cuyo mecenas prometía se sostendría durante mil años, por lo que era conveniente sofocar cualquier forma de disidencia, tanto dentro como fuera de las fronteras del nuevo Estado alemán. Ahora bien, si durante un tiempo Estados Unidos fue afín al régimen nazi, las tornas cambiarían tras el ataque japonés a Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941.

Chaplin presenta a Hynkel como a un experto manipulador al que las masas obedecen porque necesitan convencerse de que su dedicación al trabajo tiene como finalidad la gloria de Alemania. No hay que olvidar que la Alemania derrotada del período de Entreguerras ya contemplaba una posible declaración de guerra, y al efecto de dotarse del armamento necesario, se militarizó exponencialmente en pocos años, para lo cual, empleó sin escrúpulos a toda la población.

A pesar de la proyección internacional que alcanzó el filme, Chaplin nunca se libró de las presiones, y acabó siendo víctima de la “caza de brujas” y expulsado del país el 18 de septiembre 1952. Chaplin se instaló en Suiza, donde vivió hasta su muerte.