CARTA DE UN SUICIDA
Comienza a teclear la maquina de escribir.
JESUS: Ya no aguanto más… te fuiste y no he vuelto a ser el mismo, no como, no duermo, no sueño, y cuando sueño, es contigo. Mi cabeza no deja darle vueltas y vueltas al asunto. Trato de llenar tu ausencia y no lo consigo. Ya no tengo fuerzas para nada.
Jesús toma una taza, da un sorbo y vuelve y la pone en el escritorio.
JESUS: sueño despierto, y te imagino con otro. Los recuerdos de lo que vivimos en agosto, de tus besos, tus abrazos, tu voz, tus caricias, me torturan. Todos los días te odio un poco más. Me enseñaste el amor y la felicidad, y en un abrir y cerrar de ojos me destruiste la vida. Recuerdo tus palabras, tus duras y estúpidas palabras.
LAURA: No somos novios, nunca lo fuimos; tú lo entendiste así, déjame en paz.
Cambio de papel en la máquina de escribir, Jesús vuelve a tomar un sorbo de su bebida.
JESUS: (Se vuelve a tronar los huesos, esta vez de las manos) Unos dicen que el tiempo cura las heridas, otros que volverás cuando te des cuenta de la realidad del pendejo con el que estas, y otros solo me dicen que estoy loco. Sí, loco por ti. Loco por tus besos. Loco por que vuelvas. Maldita sea. A veces me pregunto si no estaría mejor ardiendo en los fuegos del infierno del Dante. Mejor ahí, que aquí con esta incertidumbre que me come las entrañas, con esta maldita incertidumbre de no saber si volverás. Con esta agonía y este dolor que me causan tu ausencia. ¿Cómo te sentirías tú, si estuviera con otra?, sabes de quién hablo, la que hizo que te hirviera la sangre cuando me guiñó el ojo aquella noche.
Tocan la puerta
JESUS: ¡AHORA NO! ¿En qué estaba? (Sonido, moviendo el papel de la máquina de escribir) ¿sabes…? te veo en todos los lugares, en todos los rincones de mi habitación, en mi cama, en la oficina y en el sillón. Te veo en todos los lugares de la ciudad, en todas las calles que recorrimos. Trato, te juro que trato de olvidarte, de concentrarme en otras cosas, pero no me dejas, cuando menos lo espero tu recuerdo invade mi cabeza, y como podría ignorar tu sonrisa, tu mirada.
Se abre la puerta. urmuro. Se cierra la puerta.
JESUS: (teclea dando espacio) te extraño, te extraño tanto… sobra decirte que nadie te ha amado ni te amará como yo. No puedo seguir con las palabras de esa noche.
LAURA: “lo nuestro es amor y no compañía, quiero que nos dure para siempre”.
JESUS: Puff, a la mierda con lo que me dijiste, a la semana terminaste conmigo.
JESUS: un consejo para todos… no se enamoren. Laura solo espero que no te hagan lo que me hiciste a mí. Te perdono, no es tu culpa, es culpa de la maldita sociedad que nos vende una idea falsa del amor.
Jesús respira profundo
JESUS: Adiós.
Mueve la silla, abre la puerta y la cierra, haciendo eco.
Basado en una carta real