estados o actores no estatales, para lo cual, se hace necesario
conocer las ciberoperaciones que se detecten en el orden nacional,
poder identificar sus patrones, para establecer las acciones
necesarias que limiten los posibles impactos sobre la dinámica
organizacional. Este ejercicio, que está más allá de las prácticas de
ciberseguridad, establece una función de respuesta y coordinación
que exige cooperación entre los diferentes actores del ecosistema
digital nacional y sobremanera, colaboración mutua.
Si entendemos la defensa pasiva y activa como la secuencia de
acciones desarrolladas, bien de manera automática o no,
ejecutadas por un individuo u organización entre el momento en que
se detecta un ataque y se conoce que ha finalizado, para mitigar una
amenaza frente a un activo particular (Archibald et al, 2005, p.289),
estamos definiendo un umbral de actuación claro que permite a las
organizaciones desplegar medidas proactivas para contener las
acciones ilegítimas de los terceros interesados en alterar, engañar o
destruir aquellos objetos o activos de valor sensible para una
comunidad de negocio.
Morin, E. (2001) Los siete saberes necesarios para la educación del
futuro. Barcelona, España: Paidos.
Archibald et al (2005) Agressive network self-defense. Rockland,
MA. USA: Syngress Publishing.
Choucri, N. (2012) Cyberpolitics in international relations. Boston,
MA. USA: MIT Press
Kello, L. (2017) The virtual weapon and international order. New
Heaven, CT: Yale University Press.
Articulo original tomado de Linkdein
Por tanto, las organizaciones del siglo XXI deben abandonar su
necesidad de certezas frente a las tensiones que generan los
ciberconflictos, para curtirse de la incertidumbre natural del nuevo
entorno de negocio, con el fin de identificar nuevas oportunidades y
tomar riesgos de forma inteligente, de tal manera que, ante
eventuales y reiterados movimientos de los adversarios, tengan la
capacidad de responder de forma flexible y ágil, teniendo en cuenta
como anota Morin (2001), que deben confiar en lo inesperado y
trabajar para lo improbable.
Sólo de esta manera, las empresas podrán comprender que las
condiciones de sus operaciones han cambiado, que existen
intereses superiores que no conocen que las pueden afectar, que
están en un campo de guerra digital minado, donde no es posible
identificar o atribuir una autoría de una acción con certeza y por lo
tanto, deben construir y extender sus capacidades actuales para
lograr una adaptación a una realidad que se mueve entre el orden,
el desorden y la organización.
Referencias
15