El Diario del CISO Volumen 3 2018 | Page 15

estados o actores no estatales, para lo cual, se hace necesario conocer las ciberoperaciones que se detecten en el orden nacional, poder identificar sus patrones, para establecer las acciones necesarias que limiten los posibles impactos sobre la dinámica organizacional. Este ejercicio, que está más allá de las prácticas de ciberseguridad, establece una función de respuesta y coordinación que exige cooperación entre los diferentes actores del ecosistema digital nacional y sobremanera, colaboración mutua. Si entendemos la defensa pasiva y activa como la secuencia de acciones desarrolladas, bien de manera automática o no, ejecutadas por un individuo u organización entre el momento en que se detecta un ataque y se conoce que ha finalizado, para mitigar una amenaza frente a un activo particular (Archibald et al, 2005, p.289), estamos definiendo un umbral de actuación claro que permite a las organizaciones desplegar medidas proactivas para contener las acciones ilegítimas de los terceros interesados en alterar, engañar o destruir aquellos objetos o activos de valor sensible para una comunidad de negocio. Morin, E. (2001) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Barcelona, España: Paidos. Archibald et al (2005) Agressive network self-defense. Rockland, MA. USA: Syngress Publishing. Choucri, N. (2012) Cyberpolitics in international relations. Boston, MA. USA: MIT Press Kello, L. (2017) The virtual weapon and international order. New Heaven, CT: Yale University Press. Articulo original tomado de Linkdein Por tanto, las organizaciones del siglo XXI deben abandonar su necesidad de certezas frente a las tensiones que generan los ciberconflictos, para curtirse de la incertidumbre natural del nuevo entorno de negocio, con el fin de identificar nuevas oportunidades y tomar riesgos de forma inteligente, de tal manera que, ante eventuales y reiterados movimientos de los adversarios, tengan la capacidad de responder de forma flexible y ágil, teniendo en cuenta como anota Morin (2001), que deben confiar en lo inesperado y trabajar para lo improbable. Sólo de esta manera, las empresas podrán comprender que las condiciones de sus operaciones han cambiado, que existen intereses superiores que no conocen que las pueden afectar, que están en un campo de guerra digital minado, donde no es posible identificar o atribuir una autoría de una acción con certeza y por lo tanto, deben construir y extender sus capacidades actuales para lograr una adaptación a una realidad que se mueve entre el orden, el desorden y la organización. Referencias 15