El diario de Anna Frank | Page 149

Gentileza de El Trauko http://go.to/trauko él pero dejarlo es también difícil. Peter tiene poco carácter todavía, demasiado poca voluntad, demasiado poco valor y fuerza moral. En el fondo, sólo es un niño, no mayor que yo; no pide más que dicha y tranquilidad. ¿Es que, en verdad, no tengo más que catorce años? ¿Es que soy todavía una colegiala tonta? ¿Una personita sin experiencia, desde todo punto de vista? No. Tengo más experiencia que los demás; poseo una experiencia que pocas personas de mi edad han conocido. Tengo miedo de mí misma, miedo de que mi deseo me arrastre, y miedo de no mantenerme recta, más tarde, con otros muchachos. ¡Oh, qué difícil es! Los sentimientos y el corazón están en lucha constante. Cada uno hablará en su momento, pero ¿cómo saber si he elegido bien ese momento? Tuya, ANA Martes 2 de mayo de 1944 Querida Kitty: El sábado por la noche pregunté a Peter si no opinaba que yo debía contarle algo a papá; consintió, después de alguna vacilación. Eso me puso contenta, pues demostraba la pureza de sus sentimientos. Al volver a nuestras habitaciones propuse inmediatamente ir a buscar el agua con papá. En la escalera le dije: —Papá, comprenderás sin duda que cuando me encuentro con Peter no estamos sentados a un metro de distancia el uno del otro. ¿Qué te parece? ¿Está mal eso? Papá no respondió en seguida; luego dijo: —No, yo no lo encuentro mal , Ana; pero aquí, en este espacio restringido, sería preferible que fueras prudente. Dijo algo más en ese sentido cuando subimos nuevamente. El domingo en la mañana me llamó para decirme: —Ana, he reflexionado sobre lo que me has dicho. Me sentí algo alarmada. —No me parece muy apropiado lo que ocurre, aquí en esta casa por lo menos. Yo les creía a ambos buenos camaradas. ¿Qué sucede? ¿Se ha enamorado Peter de ti? —Nada de eso, en absoluto —contesté. —Desde luego, les comprendo muy bien a ambos pero debes ser tú quien guarde distancia; no vayas tan a menudo a su cuarto, no lo alientes al extremo que luego debas arrepentirte. En estas cosas, el hombre es activo, y la mujer más moderada. En la vida normal, cuando se circula libremente, es algo bien distinto; estás forzada a ver a otros amigos y amigas, puedes alejarte por un tiempo, practicar deportes, hacer otras cosas; pero aquí, puede suceder que quieras irte sin poder hacerlo; si no me engaño, ustedes se ven a cada momento. Sé prudente, Ana, y no lo tomes demasiado en serio. —No lo tomo en serio, papá, pero Peter es muy correcto y muy amable. 145