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E L D IARIO DE A NA F RANK en la naturaleza simple pero bella. Mientras esto exista, e indudablemente será siempre así, estoy segura de que todo pesar hallará su consuelo, fueran cuales fueren las circunstancias. Quizá no tenga que esperar mucho tiempo para compartir este arrobador sentimiento de felicidad con alguien que experimente cosas semejantes. Tuya, ANA Pensamientos: Son tantas las cosas que echamos de menos aquí, desde hace tanto tiempo, y de ellas me veo privada en la misma medida que tú. No me refiero a necesidades físicas, pues tenemos lo indispensable. Hablo de las cosas que suceden en nosotros, tales como los pensamientos y los sentimientos. Siento la nostalgia, tanto como tú, del aire y de la libertad. Pero he empezado a creer que tenemos el privilegio de tener una compensación enorme por todas esas privaciones. De ello me he percatado repentinamente, esta mañana, frente a la ventana abierta. Quiero decir: una compensación interna. Mirando afuera, y a Dios, abrazando con una mirada recia y profunda a la naturaleza, me sentí dichosa, nada más que dichosa. Y Peter, mientras esa dicha esté en ti -gozar de salud, de la naturaleza y de muchas otras cosas más-, mientras seas capaz de sentirla, siempre volverá a ti. Puede perderse todo, la riqueza, el prestigio; pero esa dicha en tu corazón sólo puede, cuando más, ensombrecerse, y volverá a ti siempre, mientras vivas. Mientras levantes los ojos, sin temor, hacia el cielo, estarás seguro de ser puro y volverás a ser feliz, suceda lo que suceda. Querida Kitty: Desde muy temprano a la mañana y hasta las últimas horas de la noche, no hago más que pensar en Peter. Me duermo evocando su imagen, sueño con él durante la noche, y me despierto todavía bajo su mirada. Tengo la impresión muy nítida de que, contrariamente a las apariencias, Peter y yo no somos muy diferentes el uno del otro. Te diré por qué: