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E L D IARIO DE A NA F RANK Querida Kitty: La fiebre de invasión ha ganado al país y aumenta de día en día. Si tú estuvieras aquí, serías como yo: ora te dejarías impresionar por los preparativos extraordinarios, ora te burlarías de las personas que se excitan tanto, quizá, ¡quién sabe!, para nada. Todos los diarios se ocupan de lo mismo; la posibilidad de una invasión aliada enloquece a la gente completamente. Se leen artículos tales como éste: «En caso de desembarco de los ingleses en Holanda, las autoridades alemanas tomarán todas las medidas para la defensa del país; si es necesario, se recurrirá a la inundación». Distribuyen pequeños mapas geográficos de Holanda con las regiones a inundar. Como Amsterdam se encuentra en esta zona, nos preguntamos lo que sucedería con un metro de agua en las calles. Este problema difícil ha provocado las más variadas respuestas. -La marcha a pie y a bicicleta quedan descartadas; será menester cruzar penosamente. -¡Qué va! Se irá a nado. Todo el mundo se pondrá en traje de baño, sin olvidar la gorra, y nadaremos bajo el agua todo lo posible; así, nadie verá que somos judíos. -¡Ah, qué tontería! Me gustaría ver a las señoras nadando, cuando las ratas se pongan a morderles sus lindas piernas. (Un hombre, naturalmente, pero veremos quien grita más fuerte, él o nosotras). -Nunca podremos salir de la casa; el edificio es tan viejo, que se desplomará en cuanto comience la inundación. -Escuchen todos, y déjense de bromas. Vamos a arreglarnos para conseguir una pequeña lancha. -No vale la pena. No hay más que tomar un gran cajón, el embalaje de las latas de leche del desván, y remar con bastones. -Por mi parte, yo caminaré con zancos. Era campeón en mi juventud. -Henk van Santen no necesitará hacerlo; cargará a su mujer sobre los hombros y será Miep quien lleve los zancos. Ahora puedes forjarte una idea aproximada. Estas charlas son acaso divertidas en el momento, pero ello no ocurrirá así en la realidad. Ya se verá. El segundo problema que nos traería una invasión también ha sido discutido. ¿Qué hacer si los alemanes quieren evacuar Amsterdam? -Partir con todo el mundo disfrazándonos lo mejor posible, transformándonos. ¡Eso! -No partiremos bajo ningún pretexto. Lo único que hay que hacer es quedarse aquí. Los alemanes son capaces de trasladar a toda la población hasta Alemania, y allí dejar morir a todo el mundo. -Sí, naturalmente, nos quedaremos aquí. Es el lugar más seguro. Vamos a tratar de persuadir a Koophuis de que venga a habitar la casa con su familia. Trataremos de conseguir una bolsa de virutas y dormirán en el suelo. Miep y Koophuis podrían traer ya las frazadas. -Nos quedan treinta kilos de trigo; habrá que pedir más. Henk se ocupará de las legumbres secas; tenemos todavía alrededor de 30 kilos de porotos y 5 kilos de arvejas, y no olvidemos las 50 latas de hortalizas. -Mamá, ¿quieres hacer el inventario de las otras reservas? -Diez latas de pescado, 40 latas de leche, 10 kilos de leche en polvo, 3 botellas de aceite, 4 tarros de mantequilla salada, 4 latas de carne, 2 frascos de fresas, 2 frascos de frambuesa con grosellas, 20 botellas de tomates, 5 kilos de copos de avena, 4 kilos de arroz, y nada más. No está tan mal. Pero hay que pensar en alimentar a nuestros invitados, y, si transcurren varias semanas sin poder reaprovisionarnos, nuestras reservas parecerán menos © Pehuén Editores, 2001. )86(