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E L D IARIO DE A NA F RANK
-le dije.
-¿Por qué? Se lo pregunto a mi padre. El sabe de todo mucho
más que yo, y, además, tiene experiencia.
Ya habíamos llegado al pie de la escalera, así que callé.
¡Cómo se cambia! Jamás hubiera creído poder hablar de eso
tan llanamente, ni siquiera con una muchacha. Estoy segura de
que mamá pensaba en eso al advertirme que no hablase con los
muchachos de tales temas. Pero al menos he aprendido algo: hay
jóvenes -incluso del sexo opuesto- que pueden hablar de temas
sexuales sin bromear y sin falsa vergüenza.
¿Hablará Peter de todo a sus padres, y será él verdaderamente
tal como se me mostró ayer?
Bueno, no me importa demasiado después de todo.
Tuya,
ANA
Jueves 27 de enero de 1944
Querida Kitty:
En estos últimos tiempos me he aficionado mucho a los
árboles genealógicos de las familias reinantes: de ello deduzco
que, a fuerza de buscar, se puede muy bien remontarse hasta la
Antigüedad haciendo descubrimientos cada vez más interesantes.
Aunque me aplico particularmente a mis deberes escolares
(empiezo a poder seguir bastante bien las audiciones de la B.B.C.),
me paso una gran parte de los domingos recortando y clasificando
mi colección de artistas de cine, que adquiere un volumen
respetable.
El señor Kraler suele traer, todos los lunes, una revista de
cine, lo que me produce una gran satisfacción. Aunque mi círculo,
menos frívolo, piensa que eso es derrochar dinero en
extravagancias, de todos modos ellos se sorprenden al oírme citar
los nombres exactos de los actores de los filmes estrenados hace
un año o más. Elli va mucho al cine con su amigo durante las
horas libres; ella me anuncia los títulos de las películas que verá el
sábado, y seguida yo le enumero a los actores protagonistas y las
opiniones de la crítica. No hace mucho tiempo mamá decía que
yo no tendría ya necesidad de ir más tarde al cine para desquitarme,
a tal punto los filmes, sus artistas y las críticas se habían grabado
en mi memoria.
Si se me ocurre usar un nuevo peinado, todos me miran con
ojos críticos, y siempre puedo esperarme la pregunta: «¿A qué
artista has imitado esta vez?».
Y nadie me cree más que a medias cuando respondo que es
una de mis creaciones.
En cuanto al peinado, no dura más de media hora; tras lo
cual, me siento tan contrariada por las observaciones, que corro
al cuarto de baño para arreglarme el pelo como todos los días.
Tuya,
ANA
Viernes 28 de enero de 1944
Querida Kitty:
Quizá creas que te tomo por una vaca, al obligarte a rumiar
constantemente las mismas cosas y las mismas novedades. La
monotonía debe de hacerte bostezar abiertamente, y juzgarás que
ya es hora de que Ana aparezca con algo nuevo.
¡Ah, ya lo sé! No hago más que desenterrar viejas historias.
Eso aburre, y a mí también, desde luego. Cuando, en la mesa, no
se habla de política ni de menús suculentos, mamá y la señora
Van Daan rivalizan en relatos de sus historias de juventud - ¡que
nos sabemos de memoria!-, o bien Dussel empieza a chochar a
propósito del amplio guardarropa de su mujer, o sobre caballos
de carrera, de canoas que hacen agua, o de niñitos superdotados
© Pehuén Editores, 2001.
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