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E L D IARIO DE A NA F RANK
Querida Kitty.
A las cinco y media en punto, los hombres dejan el depósito
para volver a sus casas. Eso significa para nosotros la libertad.
Cinco y media: Llega Elli, quien nos anuncia que todo está
en orden. Comenzamos a movernos. Subo con Elli a casa de los
Van Daan, para darle su parte de nuestro postre de la noche. Aún
no ha tenido tiempo de sentarse, y ya tiene que prestar atención
a los deseos de la señora:
-Querida Elli, me gustaría...
Elli me mira rápidamente sabiendo que la señora no pierde
ocasión de expresar sus deseos a todo el que se presenta sea quien
fuere. Sin duda, por eso todos se abstienen, en lo posible, de ir
hasta su alojamiento.
Un cuarto para las seis. Partida de Elli. Bajo dos pisos, paso
por la cocina para trasladarme a la oficina privada, y luego al
depósito de carbón; abro la puertecita por la cual Mouschi acecha
a los ratones. Mi gira de inspección me lleva al escritorio de Kraler.
Van Daan abre cajones y ficheros para inspeccionar la
correspondencia del día. Peter se encarga de la llave del depósito
y de Mouschi. Pim sube a nuestra casa la máquina de escribir,
Margot busca un sitio tranquilo para liquidar su trabajo de oficina,
la señora pone el agua sobre el gas y mamá se acerca con las
patatas. Todo el mundo tiene asignada una tarea.
Peter no tarda en volver del depósito y pregunta dónde está
el pan. Generalmente, ha sido colocado en el armario de la cocina.
Hoy no. ¿Se habrán olvidado del pan? Peter se ofrece a buscarlo
en el escritorio del frente. Antes de entrar en él, se pone en cuatro
patas para no ser visto desde afuera, avanza hasta el armario de
acero, donde, en efecto, ve el pan, se apodera de él y da media
vuelta; pero antes de que pueda salir, Mouschi ha saltado por
sobre su espalda, instalándose debajo del escritorio.
Peter juega al escondite con el gato, y por fin logra atraparlo
por la cola. Mouschi resopla, Peter suspira. Ya lo tiene... No.
Mouschi huye y se instala junto a la ventana para lamerse muy
complacido, contento de haber escapado de su amo; como último
recurso, éste le tiende un trozo de pan, Mouschi no se deja seducir,
y la puerta se cierra detrás de Peter.
He seguido esta escenita desde la puerta entornada. El trabajo
prosigue. Tic, tic, tic... Llaman tres veces. Es hora de ir a la mesa.
Tuya,
ANA
Lunes 23 de agosto de 1943
Querida Kitty:
Continuaré con el tema del horario en el anexo.
Por la mañana, a las ocho y media en punto, mamá y Margot
llaman la atención de Pim.
-¡Chis!... ¡papá, silencio!
-¡pim, chis!... Son las ocho y media. Ven aquí, no dejes correr
el agua, camina despacio.
Y otras exclamaciones semejantes para papá, que está en el
cuarto de baño. Debe volver a su habitación a las ocho y media
en punto. Todos los grifos son cerrados, la descarga del W.C. está
prohibida. Nada de ruido, es la consigna. Hasta que no llega el
personal de oficina; los hombres del depósito pueden oírnos en
el silencio de los locales vacíos.
A las ocho y veinte, tres golpecitos en nuestro techo anuncian
que Ana puede ir a buscar su sopa de avena a la cocina. Bien, ya
está preparado mi plato de potaje. Subo a buscarlo. De regreso a
mi cuarto, tengo que darme prisa, peinarme ligero, no hablar
más, reponer la cama en su lugar. Silencio, es la hora. La señora se
pone sus zapatillas, el señor también; todos los ruidos son
ahogados.
Ahora comienza nuestra vida en familia. Yo me dedico a mis
© Pehuén Editores, 2001.
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