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E L D IARIO DE A NA F RANK
Dussel se amodorre por fin.
No es improbable que, entre la una y las cuatro de la
madrugada, seamos despertados por aviones y detonaciones
ininterrumpidas. Casi siempre, yo ya he saltado de la cama antes
de saber qué ocurre. A veces estoy soñando con mis verbos
irregulares franceses o con las peleas de nuestros vecinos; en tal
caso, me sorprendo de encontrarme todavía en mi cuarto, me
apodero presurosa de una almohada y un pañuelo, me pongo un
batón y corro en zapatillas hasta donde está papá, como lo ha
dicho Margot en un verso de aniversario:
En la noche, al primer disparo,
la puerta gime y aparece una niña
aferrando una almohada y un pañuelo.
Llegada al lecho paterno, tengo menos miedo, salvo cuando
las sacudidas son demasiado fuertes.
A las 6.45: Rrrring.... Es el pequeño despertador de
arriba. Crac, pang.. la señora lo ha parado.... El señor se ha
levantado. Pone agua a hervir y hace sus abluciones.
A las 7.15: Chirría la puerta. Le toca turno a Dussel en el
baño. Ya sola, descorro las cortinas... y el nuevo día principia en
el anexo.
Tuya,
ANA
Jueves 5 de agosto de 1943
Querida Kitty:
Te describo ahora el mediodía.
Son las 12.30: Todo el mundo respira. Los muchachos que
trabajan en el depósito se han ido a almorzar. Oigo a la señora
que pasa la aspiradora sobre su única alfombra. Margot recoge
sus libros; se prepara para la clase de holandés para «niños que no
progresan», pues ésa es la actitud de Dussel. Pim se esconde en
un rincón con su inseparable Dickens. Mamá se dispone a dar
una mano a la buena cocinera Van Daan, y yo voy al baño para
ordenarlo un poco y refrescarme al mismo tiempo.
A las 12.45: Llegan uno detrás de otro.. primero el señor Van
Santen, luego Koophuis, o Kraler, Elli, y, a veces, también Miep.
A la 1: Agrupados alrededor del pequeño receptor, todo el
mundo escucha la B.B.C.; son los únicos instantes en que los
miembros del anexo no se interrumpen, y oyen hablar a alguien
que no puede ser contradicho, ni siquiera por el señor Van Daan.
A la 1.15: Distribución de víveres. Cada uno de los invitados
del escritorio recibe una escudilla de sopa y, cuando hay postre,
se lo reparte con ellos. Contento, el señor Van Santen se sienta
en el diván o se apoya contra la mesa, con su escudilla, su diario y
el gato; cuando alguna de estas tres cosas le falta, refunfuña.
Koophuis, nuestra mejor fuente de información, da las últimas
noticias de la ciudad. Se adivina la llegada de Kraler por su paso
pesado en la escalera, y por el golpe violento que asesta a la puerta,
tras lo cual entra, frotándose las manos, presuroso u ocioso,
taciturno o locuaz, según su estado de ánimo.
A las 1.45: El almuerzo de los oficinistas ha terminado. Se
levantan y cada cual vuelve a sus ocupaciones. Margot y mamá
friegan la vajilla. Los esposos Van Daan se van a dormir la siesta
a su cuarto. Peter sube al desván. Papá se tiende en el diván.
Dussel, en su cama. Y Ana se pone a estudiar. Es la hora más
tranquila; como todo el mundo duerme, no seré molestada. Dussel
sueña con golosinas, eso se ve, pero no lo miro mucho tiempo:
minutos contados, pues a las cuatro en punto el doctor se pone
de pie, reloj en mano, para que, sin un minuto de retardo, yo
despeje la mesita.
Tuya,
ANA
Lunes 9 de agosto de 1943
© Pehuén Editores, 2001.
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