EL DIARIO DE ANA FRANK el-diario-de-Ana-Frank | Page 48
E L D IARIO DE A NA F RANK
mas la vida no es fácil
pues todos quieren enseñarte, no siempre para bien:
«Tenemos experiencia, aprende de nosotros».
«Ya todo lo hemos hecho muchas veces y sabemos mejor lo
que hay que hacer».
Y así siguen diciendo todo el día.
Las propias faltas tienen poco peso,
por eso pesan tanto las faltas de los otros.
Tus padres tratamos de ser justos contigo;
muchas cosas sin duda te molestan
mas no siempre podemos darte la razón.
Hay que ceder mil veces en la vida
y aceptar muchas cosas como píldora amarga,
y todo por la paz.
El año transcurrido, no lo has disipado; con tus estudios,
tareas y lecturas
nunca pareces aburrirte.
Y ahora hablemos de tu ropa
pues oigo que preguntas: «¿Y qué puedo ponerme?
Todo me queda corto.
Mi camisa es un trapo y mi pobre calzado no me sirve sino
para sufrir.
¡Ah, cuántas calamidades me atormentan!
He suprimido también otro pasaje referente a la comida, que
Margot no ha logrado poner en verso. ¿No te parece lindo este
poema? Además, he sido muy obsequiada: tres bonitos regalos,
entre ellos un grueso libro sobre mi tema preferido: Mitología de
Grecia y Roma. A propósito de golosinas, tampoco tengo que
quejarme; como benjamín, pienso que cada habitante de nuestro
escondite me ha sacrificado un poco de sus últimas reservas. En
realidad me han honrado demasiado, dadas las circunstancias, y
he recibido más de lo que merecía.
Tuya,
ANA
Martes 15 de junio de 1943
Querida Kitty:
Siempre tengo muchas cosas que contarte, pero a menudo
las paso por alto, por no juzgarlas suficientemente interesantes y,
asimismo, por miedo de aburrirte con demasiadas cartas. He aquí
las últimas novedades. Seré breve.
No han operado la úlcera del señor Voseen. En la mesa de
operaciones el cirujano comprobó que había un cáncer demasiado
avanzado para extirparlo. Volvió a cerrar y lo mantuvo en el
hospital durante tres semanas, alimentándole bien, antes de
mandarlo a su casa. Lo compadezco profundamente y, si pudiera
salir, no habría dejado de ir a verlo a menudo, para distraerlo.
¡Cómo extrañamos al bueno de Vossen, que nos tenía tan al
corriente de todo cuanto sucede y se dice en el depósito,
prestándonos ayuda y alentándonos! ¡Pobre amigo! ¡Qué desgracia!
El mes próximo habrá que ceder el aparato de radio. Los
alemanes los requisan todos. El señor Koophuis está obligado a
entregar el suyo a las autoridades. Pero nuestro protector ha
comprado en el mercado negro un aparato Baby, que reemplazará
al gran receptor Philips. Es una lástima tener que desprenderse
de una radio tan buena, pero una casa que sirve de escondite no
puede permitirse atraer la atención de las autoridades con una
irregularidad. Vamos a colocar aquí el receptor Baby; un receptor
clandestino, en casa de judíos clandestinos que compran en el
mercado negro con dinero clandestino. Todo el mundo se esfuerza
por conseguir un viejo receptor para entregar a las autoridades
en lugar del que ellos reclaman. Cuanto peores son las noticias,
© Pehuén Editores, 2001.
)48(