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chifladura pasajera», dicen los que me rodean; nunca han oído
hablar de una escolar que aprecie a los dioses, a ese punto. ¡Bah,
yo seré la primera!
El señor Van Daan sigue resfriado, o, mejor dicho, tiene la
garganta un poco irritada. Sus aspavientos resultan cómicos. Hace
gárgaras con una infusión de manzanilla y se pincela el paladar
con azul de metileno, se desinfecta los dientes, la lengua, hace
inhalaciones, y, además, el caballero está de mal humor.
Rauter, uno de los nazis importantes, ha pronunciado un
discurso: «Todos los judíos deberán abandonar los países
germánicos antes del 1º de julio. La provincia de Utrecht será
depurada del 1º de abril al 1º de mayo (como si se tratase de
vulgares baratas); Enseguida, las provincias de Holanda del Norte
y del Sur, del 1º de mayo al 1º de junio». Llevan a esas pobres
gentes al matadero como un tropel de animales enfermos y sucios.
Pero prefiero no hablar de eso, porque es una pesadilla.
Una buena noticia: la Oficina de Colocación alemana ha sido
saboteada, le prendieron fuego. Algunos días más tarde, otro tanto
con el Registro Civil, donde hombres disfrazados de polizontes
alemanes maniataron a los centinelas y destruyeron documentos
importantes.
Tuya,
ANA
Jueves 10 de abril de 1943
Querida Kitty:
Las cosas no están para bromas. Hoy puedo decir con
fundamento: «Una desgracia nunca viene sola».
Ante todo, el señor Koophuis, ese protector que nunca deja
de alentarnos, tuvo ayer una fuerte hemorragia del estómago y
debe guardar cama al menos tres semanas. Luego, Elli está con
gripe. Además, el señor Vossen tiene probablemente también
una úlcera en el estómago, y será internado en el hospital, la semana
próxima, para que lo operen. Por añadidura, importantes
conversaciones de negocios iban a entablarse, y ya habían sido
fijados los detalles entre papá y Koophuis. Faltó tiempo para poner
suficientemente al tanto a Kraler.
Esa reunión de negocios que debía celebrarse en la oficina
privada, tenía a papá terriblemente ansioso en cuanto al resultado.
- ¡Si yo pudiera estar presente! ¡Ah, si yo pudiera estar allí! -
exclamaba.
- ¿Por qué no pegas el oído al suelo? -le aconsejaron-. Lo
oirías todo.
El rostro de papá se iluminó. Ayer a la mañana, a las once y
media, Margot y Pim (dos oídos valenmás que uno) se tendieron
a todo lo largo para tomar el puesto de escucha. La conversación,
inacabada por la mañana, se postergó hasta la tarde. Papá estaba
acalambrado por aquella postura poco práctica, e incapaz de
proseguir la campaña de espionaje, a las dos y media, cuando las
voces se hicieron oír, me rogó que lo reemplazara al lado de
Margot. Pero las conversaciones se eternizaban y se hacían tan
aburridas, que me dormí sobre el linóleo duro y frío. Margot no
se atrevió ni siquiera a tocarme, y mucho menos a llamarme, por
miedo al menor ruido que delatara nuestra presencia. Me desperté
después de una buena media hora, y comprobé que no recordaba
nada de lo que se había dicho. Afortunadamente, la atención de
Margot no flaqueó en ningún momento.
Tuya,
ANA
Viernes 2 de abril de 1943
© Pehuén Editores, 2001.
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