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E L D IARIO DE A NA F RANK
Bastante vago, ¿no te parece?
Hasta la próxima.
Tuya,
ANA
Martes 20 de octubre de 1942
Querida Kitty:
Aún me tiembla la mano aunque ya pasaron dos horas desde
que recibí ese susto. En el edificio hay cinco extintores de
incendios. El carpintero, o quien sea que se encarga de esa tarea,
tenía que venir a recargar los aparatos; estábamos al corriente,
pero nadie nos había advertido que era para hoy.
Sucedió que ninguno de nosotros estaba haciendo intento
alguno de permanecer en silencio. De pronto oí desde el rellano
fuertes martillazos del otro lado de nuestra puerta-armario.
Inmediatamente pensé en el carpintero, y fui a decirle a Elli, que
comía con nosotros, que no bajase. Papá y yo montamos guardia
a la puerta para enterarnos en qué momento partía el obrero.
Después de haber trabajado un cuarto de hora, dejó su martillo y
sus otras herramientas sobre nuestro armario (así lo creímos) y
golpeó a nuestra puerta. Todos palidecimos. ¿Había oído algo y
quería examinar aquella armazón misteriosa? Se hubiera jurado
que era eso: golpeaba, tiraba, empujaba sin cesar. Aterrorizada,
casi me desvanecí pensando que aquel hombre, que nos era
totalmente extraño, iba a descubrir nuestro hermoso escondite.
Y en el preciso instante en que creí llegaba mi última hora, oí la
voz del señor Koophuis, que decía:
- ¡Ábranme!, ¿quieren? ¡Soy yo!
Le abrimos inmediatamente. Se le había trabado el pestillo
que sujeta la puerta del armario y del que los iniciados se sirven
desde fuera, por eso, nadie pudo prevenirnos de la hora de los
trabajos. El obrero se había ido, y el señor Koophuis, al venir a
buscar a Elli, no lograba abrir la puerta-armario.
¡Qué alivio! En mi imaginación, aquel tipo dispuesto a entrar
en nuestro refugio asumía proporciones cada vez más formidables;
a la larga, se había transformado en un verdadero gigante y en el
fascista más fanático, por añadidura.
Bien, afortunadamente, por esta vez, el miedo resultó
infundado. Pero el lunes nos divertimos mucho. Miep y Henk
Van Santen pasaron la noche con nosotros. Margot y yo dormimos
con papá y mamá, con el fin de ceder nuestro lugar a los jóvenes
esposos. Comimos deliciosamente bien. El festín fue interrumpido
por un cortocircuito causado por la lámpara de papá. ¿Qué hacer?
Había otros tapones en la casa, pero la caja con repuestos se
encuentra en el fondo del almacén; por eso, dar con él en la
oscuridad era toda una empresa. Los hombres decidieron, sin
embargo, arriesgarse, y después de diez minutos pudimos apagar
las velas.
Hoy madrugué mucho. Henk tenía que irse a las ocho y media.
Miep bajó a la oficina después de un buen desayuno en familia,
encantada de librarse del trayecto en bicicleta, porque llovía a
torrentes.
La semana próxima, Elli, a su vez, vendrá a pasar una noche
con nosotros.
Tuya,
ANA
Jueves 29 de octubre de 1942
Querida Kitty:
Papá está enfermo, y su estado me inquieta mucho. Tiene
una erupción rojiza y alta fiebre; se diría que es sarampión. ¡Cómo
te imaginarás, ni siquiera podemos ir a buscar el médico! Mamá
se esfuerza por hacerle sudar. Quizá su fiebre baje.
© Pehuén Editores, 2001.
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