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transformado en el hogar de la familia así como en la alcoba del
señor y la señora Frank; al lado, un cuarto más chico es el estudio
y alcoba de las señoritas Frank. A la derecha de la escalera hay
una habitación sin ventana con mesa de tocador para las
abluciones; hay también un pequeño reducto donde se ha instalado
el W.C., lo mismo que una puerta con acceso al dormitorio que
yo comparto con Margot.
Al abrir la puerta del rellano del tercer piso, sorprende
encontrar tanto espacio y t anta luz en el anexo de una casa tan
vieja; las casas que bordean los canales de Amsterdam son las
más antiguas de la ciudad. Esta gran habitación, equipada con
una cocina de gas y un fregadero, que antes sirvió de laboratorio,
está destinada a ser el dormitorio de los esposos Van Daan, así
como cocina, sala, comedor, estudio o taller.
Un cuartito pegado al corredor servirá de alcoba para Peter
Van Daan. Hay un desván tan grande como las habitaciones que
sirven de depósito en el piso de abajo. Y ya te he mostrado en su
totalidad nuestro hermoso «anexo secreto».
Tuya,
ANA
Viernes 10 de julio de 1942
Querida Kitty:
Seguramente te he aburrido con esa larga y fastidiosa
descripción de nuestra nueva vivienda, pero aun así me parece
importante que tú sepas dónde hemos venido a parar.
Ahora, la continuación de mi relato, porque, claro, no había
terminado. Tan pronto como llegamos a la casa sobre el
Prinsengracht, Miep nos hizo subir al anexo. Cerró la puerta detrás
de nosotros y quedamos solos. Como había llegado en bicicleta
antes, Margot nos aguardaba ya. Nuestra gran habitación, así como
las otras, se encontraban en un desorden inimaginable. Todas las
cajas, trasladadas al escritorio en el transcurso de los meses
precedentes, yacían en el suelo, sobre las camas, por todas partes.
En el cuartito, ropa de cama, frazadas, etc., se apilaban hasta el
techo. Había que ponerse a trabajar inmediatamente, si queríamos
dormir esa noche en lechos decentes. Ni mamá ni Margot se
hallaban en condiciones de cooperar; se dejaron caer sobre los
colchones, agotadas y desdichadas. Mientras que papá y yo, los
«ordenadores» de la familia, queríamos comenzar al momento.
Todo el día estuvimos vaciando cajas, arreglando los armarios,
poniendo orden, para por fin caer muertos de fatiga en camas
bien hechas y bien limpias. No habíamos comido nada caliente
en todo el día, cosa que no nos había preocupado en absoluto;
mamá y Margot se sentían demasiado cansadas y deprimidas como
para comer, y tanto papá como yo estábamos excesivamente
ocupados para pensar en eso.
El martes a la mañana reanudamos el trabajo inacabado. Ellie
y Miep, que se ocupan de nuestro aprovisionamiento, habían ido
a buscar las raciones. Papá preparó un rudimentario
enmascaramiento de las luces para impedir que nos vieran desde
afuera; fregamos y lavamos el piso de la cocina. Hasta el miércoles,
no tuve un minuto para pensar en la convulsión que, de la noche
a la mañana, cambiaba completamente mi vida. Por fin, he
encontrado un momento de tregua para contarte todo esto y
para darme cuenta también de lo que me ha sucedido y de lo que
puede ocurrir todavía.
Tuya,
ANA
Sábado 11 de julio de 1942
Querida Kitty:
Ni papá ni mamá ni Margot han podido habituarse aún al
carillón del Westerturm, que suena cada cuarto de hora. A mí me
pareció maravilloso, desde el primer momento, sobre todo de
© Pehuén Editores, 2001.
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