El Corán y el Termotanque | Tercer número | Page 9
UE NO...?
Por Marcelo Scalona
Dos mingitorios, dos tazas Ferrum.
Un solo gabinete. Bastante sucio. Baño de hombres.
Él va nervioso, ni bien traspone el umbral
ella apaga la luz. Son las siete de la tarde
verano, el patio es de tierra, un fondo de gallinas
que mira al oeste, campo traviesa.
A él le parece aquel montecito de Venus
de Bombal, cerca o lejos.
Pero ni alcanza a preguntar «a que no»
que ella le arranca la ropa.
Él no conoce esa furia. Esa delicia.
Lo han desvestido, pero nunca lo han forzado.
A que sí, dice ella y como si lo robara,
le saca cinto, remera, boxer y tira todo al piso.
Un saqueo, le aprieta las pelotas
le levanta las piernas, lo lame hasta el culo.
Hacía un siglo que a él
no le dolían así las bolas, la pija.
Le duele de dura, le parece que se le agranda tanto
que no le alcanzará el cuero que la cubre.
—¿Y si vienen los gringos?
—¿A que no?— dice ella y se pone el miembro
en la boca. Pero de un modo que desaparece todo.
Por momentos él siente una boa constrictor
que lo va succionando a cuerpo entero.
Deglutiendo, recuerda al empleado de Frávega
explicándole cómo aspira el modelo triple SSS
de Bosch, la aspiradora más potente del mercado
que viene con un sistema de autolimpieza.
Cuando acaba, el delirio no le permite
saber dónde fueron los restos.
Ella levanta la cara y hace la expresión
que realiza a un hombre: una sonrisa asomada
atrás del miembro erecto y húmedo.
Ella se pasa la mano por los labios
y a lo que ahueca, le agrega su saliva
y va con todo eso hacia su boca.
A la de él y se lo mete y lo besa
con una boca enorme que podría tragarlo
y arrancarlo del lugar de la duda
para que él ya no pregunte
jamás, en la puta vida:
¿a que no… a que no?
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