El Corán y el Termotanque | Tercer número | Page 20
DE GENERACIONES
nunca me sentí hermoso, valiente, inmortal
lozana seguridad, irrefrenable entereza
¿será, entonces, que nunca fui joven?
puede que sean tan sólo cambios de épocas,
tenemos que ser jóvenes de otra forma, ¿o no?
algo tan simple para las anatomías
y tan problemático para las generaciones
aunque sigamos tirados escuchando discos y fumando la madrugada entera
o sonriendo feroces de alegría después de una acción hermosa o valiente o inmortal
una vez una chica dijo —parecés más grande
al escucharla, quería que no me hablara a la cara
ella cogía sin culpas, vivía la vida como en un jardín de infantes
pero aterrizaba en la cama y no intentaba contenerse, casi nunca
toda madama madura jugando con el goce
respiraba y soltaba un gemido débil y sincero
anestesiante:
era imposible no querer morder la carne tostada que se pegaba a los muslos
ir saboreando las curvas de sus piernas
recostada, de espaldas, como alzando una plegaria capciosa
un pedido que desafiaba todas las fuerzas, las mías y las del entorno
casi no podíamos parar, más que para escuchar mejor una canción
¿es que éramos jóvenes?
ella decía que le gustaba la música cuando cogía
se compenetraba en la melodía como parte del sexo
disfrutaba cada acorde
como si lo produjeran nuestros cuerpos
la transpiración resultaba de nuestras obras
[de la pasión, acaso, del vigor y la energía
había otra con que se torcían todas las frecuencias
cogimos con escepticismo, muy callados y rigurosamente
apenas acabamos, los dos sabíamos que no íbamos a volver a vernos
no era disgusto, más que nada conformidad:
sólo un par de veces repetimos aquella certeza de lo negativo
conocerlo tenía su encanto, más que nada
ya habíamos distinguido casi todo lo que teníamos para darnos
nada más para poner en común
pero tampoco desórdenes, despojos, malezas
¿también estábamos siendo jó