El Corán y el Termotanque | Tercer número | Page 15
los dedos, chorreado sobre los pelos de la alfombra, en la cara confusa
que dibuja la lluvia del televisor, no sabe, todavía, que un poco se
va a quedar ahí, para siempre, arrodillado, y que la sensación de
aire, de hacerse aire, de perder la solidez como si lo hirvieran
de a poco, lo va a perseguir siempre, y no sabe, todavía,
que ese vacío, la mirada de sus compañeros, la cara de
Romina cuando se entere, su futuro evaporado, no
va a acabar nunca, no se dice, todavía, porque
no sabe, pero se va a decir, con esas palabras,
con esa métrica, que no va a acabar, no va
acabar nunca