El Corán y el Termotanque | Tercer número | Page 28
GERAL
P
ongamos que las nubes tapaban la
luna en la ciudad Húmeda. Que la brisa carcomía en su calor el óxido de febrero en la piel
veinteañera de los jóvenes, que observaban el
carnaval como ausentes, como autómatas concupiscentes del voyeurismo programado. Que
los azahares convidaban los últimos suspiros
previos a la muerte súbita necesaria para el nacimiento de la
fruta en ciudad Húmeda. Que algo de tierra se tamizaba en
el palpitar afiebrado