El Corán y el Termotanque | Tercer número | Page 12

de devotos despavoridos se fugaron, otros en cambio cerraban sus ojos, y otros se desternillaban de risa. Pronto comencé a masturbarme, una y otra vez, hasta el desgano. Entonces un fiel, asaz excitado, arrimóseme por atrás y con su rígido pene comenzó a penetrarme, penetrarme y penetrarme, cada vez más. (Consternado) Mas un hado funesto, ¡oh, insuperable Edipo!, nos corromperá a mí, a ti y a toda la metrópoli de Moránlí. te!, será condenada por tus pecados. Por obedecer a tus deseos ingobernables. Clérigo. ¡¿Veis?! ¡¿Veis?! Hablas de pecados, yerros y faltas y no existe en el universo más hereje y tosco que tú, Edipo.  Edipo. ¡Cállate! ¡Cállate, infortunado clérigo!  Clérigo. ¡Arderás en el Gehena, en el Tártaro, en el Duat y en todos los infiernos habidos y por haber, Edipo! Ojalá Dios viniera a salvarnos y a poner fin a esta desgracia, ¡petulante, anticristo! Edipo (Estupefacto). ¿Qué destino funesto es ese?  Creonte. ¡Ay, Edipo, Padre del Incesto! El fiel, Néstor, de mí se enamoró y me ha solicitado casamiento.  Edipo. Creonte.  Edipo  (Fuera de sí) ¡Oh, mísero, cicatero, indecoroso, deforme Creonte! ¿Qué dices?  Creonte. ¿Qué?  Creonte. ¡Ay, Edipo, apiádate de mí, no seas histérico, por favor! ¿Qué le hace? Es un fiel. No me dogmatizará. En dos o tres días lo curo.  Edipo. ¿De verdad ese tal Néstor te ama?  Edipo. ¿Y cómo dices que se llama ese bandido?  Edipo. Sólo te casarás con él con una condición.  Creonte. Néstor Salgado. ¡Es divino: peludo, oloroso, y con un miembro fuera de lo común! Creonte. ¿Cuál?  Creonte. ¡Ay, Edipo! Claro que sí: a mí y a mi trasero. Edipo. Sostenle las manos a este clérigo y ponlo culo para arriba, que lo haremos uno de los nuestros Edipo. Nuestra estirpe, nuevamente, ¡oh, desdichado Creon- (Telón) 12