El Corán y el Termotanque | Segundo número | Page 6

Pequeñas delicias de la vida estudiantil nas y que sus bocas se merodearon, sus miradas se buscaron y confundieron. Es decir, puede pasar algo. Tarde fría. Ahora todos los estudiantes del mundo se disponen y se entregan al estudio. Los textos brillan a merced de la luminosidad que le otorgan los resaltadores. Como se sabe, cuanto más luminoso el texto, más oscuro el pensamiento. Quien subraya todo no entiende nada. O, básicamente, un carajo. Distinto es el caso de las anotaciones al margen. Son más copadas y destacadas. Es el espacio al que recurren los que quieren ser alguien en la ciencia: los que se toman muy a pecho aquello de «preguntarle al texto, intercambiar ideas, discutirle». No es un palacio, ni tiene varias entradas. La casita es sencilla, como la de todo buen estudiante. Su amigo Marcos se ausentó de ésta por un lapso de varios días, lo cual es preocupante; no por desconocer su actual paradero, sino por la merma de recursos para dividir los gastos que la convivencia demanda. Al fin y al cabo, eso no importa. Hoy ella viene a estudiar. Los platos han sido lavados nuevamente, tras comprobar que no había ninguno dando vueltas limpio, que esté para usar. El basurero (el servicio) no tuvo c