EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA El coronel no tiene quien le es - Gabriel Garcia M | Page 39

A través de la ventana penetraron a la oficina los gemidos de los animales castrados revueltos con los gritos de don Sabas. « Si no viene dentro de diez minutos, me voy » , se prometió el coronel, después de dos horas de espera. Pero esperó veinte minutos más. Se disponía a salir cuando don Sabas entró a la oficina seguido por un grupo de peones. Pasó varias veces frente al coronel sin mirarlo. Sólo lo descubrió cuando salieron los peones. —¿Usted me está esperando, compadre? —Sí, compadre —dijo el coronel—. Pero si está muy ocupado puedo venir más tarde. Don Sabas no lo escuchó desde el otro lado de la puerta. —Vuelvo enseguida —dijo. Era un mediodía ardiente. La oficina resplandecía con la reverberación de la calle. Embotado por el calor, el coronel cerró los ojos involuntariamente y enseguida empezó a soñar con su mujer. La esposa de don Sabas entró de puntillas. —No despierte, compadre —dijo—. Voy a cerrar las persianas porque esta oficina es un infierno. El coronel la persiguió con una mirada completamente inconsciente. Ella le habló en la penumbra cuando cerró la ventana. —¿Usted sueña con frecuencia? —A veces —respondió el coronel, avergonzado de haber dormido—. Casi siempre sueño que me enredo en telarañas. —Yo tengo pesadillas todas las noches —dijo la mujer—. Ahora se me ha dado por saber quién es esa gente desconocida que uno se encuentra en los sueños. Conectó el ventilador eléctrico. « La semana pasada se me apareció una mujer en la cabecera de la cama» , dijo. « Tuve el valor de preguntarle quién era y ella me contestó: Soy la mujer que murió hace doce años en este cuarto» . —La casa fue construida hace apenas dos años —dijo el coronel. —Así es —dijo la mujer—. Eso quiere decir que hasta los muertos se equivocan.