El Combatiente N° 2 Octubre 2019 Octubre 2019 | Page 19
TRINCHERA CULTURAL
Lo había descrito en otros artículos, la técnica pictórica del sfumato, inventada por Leonardo
da Vinci, “es un efecto vaporoso que se obtiene por la superposición de varias capas de pintura
extremadamente delicadas, proporcionando a la composición unos contornos imprecisos, así
como un aspecto de vaguedad y lejanía. Se utiliza para dar una impresión de profundidad en los
cuadros del renacimiento. Este efecto hace que los tonos se difuminen hasta valores más oscu-
ros como en la Mona Lisa y en el San Juan Bautista”. (1)
La figura-imagen de Miguel Enríquez, fundador y líder de la izquierda revolucionaria chilena, a
35 años de su muerte en combate, es a no dudarlo un cuadro de Leonardo. Efectivamente sus
contornos se han hecho imprecisos y el paso de las décadas son verdaderas capas de pintura,
una sobre otra, que le da a Miguel un aspecto de vaguedad histórica y lejanía. Y a la vez una vi-
sualización exacta de la tremenda profundidad de su valor histórico y martirio.
Miguel murió por amor, pero no ese amor tan del Che y de las actuales interpretaciones pop de
su heroísmo. Miguel no es ni será probablemente, motivo de banderas europeizantes o cancio-
nes gringas. A lo más ha sido el protagonista de una canción casi desconocida de Silvio Rodrí-
guez cantada en París hace 35 años y de un poema perdido entre las obras completas de Gonza-
lo Rojas.
Miguel murió, en el momento de su batalla final en calle Santa Fé, por el amor a una mujer, a Car-
men Castillo, la Catita. El podría haberse ido, no escapado, sino ido, como lo hizo en los días de
los primeros enfrentamientos de 1973, en las distintas calles de Santiago. Puesto que se trataba
de vivir, de proseguir, de continuar luchando. Pero el 5 de octubre de 1974, no lo hizo. Estaba en
su casa, clandestina o no, era su casa, el perro Pillan aún daba vueltas por los patios y Miguel y
Carmen aún persistían desde la lucha armada, en vivir el amor de pareja, como todas las parejas
de aquel Chile o del actual. Miguel se enfrentó a la DINA, para salvar a su mujer embarazada.
El mayor revolucionario de todos los tiempos de este Chile gris y sin sentido, Scorpio en mano
defendió a su amor a como diera lugar.
Esa figura-imagen que rescato, acaso ha sido pervertida por la agitación y la propaganda, para
erguirlo como un cerebro implacable, atiborrado de racionalidad y estrategia, una especie, y
que me perdone Miguel, de un Jaime Guzmán de izquierdas. La figura-imagen del Miguel real se
ha ido esfumando, se ha ido haciendo imperceptible a los ojos de los venideros, tanto de los que
convivieron con él, como de aquellos que éramos niños y recordamos su fina estampa ardorosa
y juvenil en los estadios, en los foros y en las calles de Chile o en la voz íntima y en los libros y
películas hechas por Carmen Castillo.
Fesal Chaín
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