En la filosofía occidental nos perdemos al pensar en la
individualidad. Es porque todo está desequilibrado. Esto
debe conseguirse en la madurez de la sabiduría. Tenéis que
convertiros en esa belleza apacible y luego os convertiréis en
una personalidad individual. Igual que los frutos maduran, se
separan del árbol y se convierten en individuales. Por medio de
las semillas de estos frutos, podrán crecer nuevos árboles. De
otro modo, si el fruto fuera inmaduro y pensara: “soy individual”,
se estropearía. No serviría para nada. No habría madurado.
Debéis alcanzar vuestra madurez y luego estaréis asombrados
al ver vuestra propia gloria y profundidad. La superficialidad
desaparecerá y aquellas cosas más profundas -que son tan
sutiles y nos parecen misteriosas- se hacen tan evidentes que
resulta muy fácil el completo conocimiento acerca de vuestro Ser.
Esto es lo que debéis lograr. Esto es el Espíritu.
Es absurdo vivir satisfecho con cosas mundanas, con lo ordinario,
porque no habéis nacido para esto. Habéis nacido para algo
especial, y ese algo especial es lo que debéis tener. Es vuestro
derecho fundamental. ¿Por qué negaros ese derecho fundamental
si está disponible para vosotros? ¿Solo porque sois caprichosos,
porque tenéis ideas extrañas o algún lío en vuestras cabezas?
¿Por qué no descubrir la grandeza y la gloria? La riqueza está
dentro de vosotros. No deberíais rendiros y perderla, sea por lo
que fuese. Este es un momento muy importante. Habéis nacido
en un tiempo maravilloso. Daos cuenta que vosotros, vosotros
mismos sois personalidades especiales.