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Ciudad de México / Mayo 15, 2020.
#Opinión
Escribo esta entrega justo en la mañana
en la que el Gobierno de la
república dio a conocer un programa
encaminado a regresar a una
normalidad que, sin duda, ya no será la
misma para muchos. Los escenarios político,
económico y social ya se han modificado
como efecto de la pandemia por
el coronavirus SARS-CoV-2, causante
de una COVID-19 que en México deja
muertes en una cifra que la población
nunca sabrá con exactitud.
Más allá de los panoramas cambiados
que acrecentaron y multiplicaron
los desafíos cotidianos, uno tendría que
preguntarse en qué medida el
confinamiento afectó, para bien
o para mal, a nuestros paradigmas.
Un fenómeno como el que
aún estamos viviendo podría sacar
lo mejor o lo peor de las personas,
obligándonos a ser más
precavidos en muchos aspectos,
pero también más activos en
aquellos temas que repercutan
en nuestra vida.
¿A qué le diremos que sí y a
qué le diremos que no? Confiamos,
en lo que hace a los sectores
asegurador y afianzador, en
que la apuesta esté llena de fe
activa, de espera activa, de audacia,
para hacer aflorar, de todos
y cada uno, lo mejor, de lo que
hay mucho y bueno. Confiamos
también en que la experiencia
no solo despierte la creatividad
en todos los órdenes, sino que se
afinen los enfoques para que las
acciones sean productivas.
No hablamos de optimismo
infundado. Hablamos del optimismo
necesario y suficiente
como para realizar las transformaciones
que sean precisas para
poder incidir de manera contundente
en el crecimiento y desarrollo
futuro del seguro y de la fianza
a partir de una presencia más amplia en
la sociedad. Más allá de que las circunstancias
parecieran y fueran desfavorables,
está el ingenio de todos aquellos
que participan en estos sectores.
Cuando planteo a qué le diremos que
sí y a qué le diremos que no, me refiero,
sobre todo, a la necesidad de una respuesta,
y no de una reacción. Considero
que, si bien ha habido y seguirá habiendo
reacciones propias de las emociones
que produce una experiencia como la
que estamos viviendo, se requiere tomar
aire, pensar, para poder diseñar e instrumentar
lo necesario y de esa manera
recorrer un camino quizá bastante modificado.
A mí me llena de optimismo y de esperanza
la gente de estas industrias. En
las Sesiones Vivir Seguros que comenzamos
en el marco de la pandemia, no solo
con Genuario Rojas
La hora del coraje
prudente
Un fenómeno
como el que aún
estamos viviendo
podría sacar lo
mejor o lo peor
de las personas
se han hecho notar todas las personas
que han intervenido como conferencistas
y entrevistados. Han sido miles las
personas que se han expresado
de distintas maneras,
con ganas de saber,
levantando la mano
para contribuir, siguiéndonos
tanto vía Zoom
como por Facebook.
Para nosotros, como
El Asegurador, y para mí
en lo que se refiere particularmente
a Sesiones
Vivir Seguros, estos programas
que hemos organizado
y transmitido me
han llenado de confianza.
Iniciamos las transmisiones con la
idea de inspirar, de sembrar esperanza, y
resulta que hemos sido nosotros los que
nos hemos llenado de ambas. El privilegio
de escuchar nueva ideas, inquietudes,
nos inspira y nos genera esperanzas
fundadas.
Lo que hemos visto en los sectores
asegurador y afianzador
revelan, sobre todo,
la presencia de ámbitos
para el crecimiento,
para el desarrollo. Como
quiera que sea, hay hacia
dónde moverse; aunque
de pronto todo pareciera
oscurecerse para algunos.
E incluso en medio
de esa oscuridad nos
entusiasma ver cómo
algunos están listos para
volver a la “nueva normalidad”,
como se dice
ahora, a partir de la idea de que ya hay
una luz al final del túnel.
Es cierto que no podemos dejar de ver
los efectos desiguales en una sociedad
dividida por factores que pueden generar
más complicaciones; sin embargo,
hay vocaciones que pesan porque son
proactivas, y el mundo de la empresa
está pletórico de ellas. No faltan los propósitos
encaminados a mantener fuerte
al seguro y a la fianza desde antes de una
pandemia que vino a agudizar algunas
problemáticas. Y son propósitos con acciones.
Diríase que el coronavirus ha estado
ayudando a reflexionar, a explorar caminos,
a decidirse por asumir desafíos,
retos a los que, en su dimensión, siempre
han estado expuestos aquellos que deciden
crear, expandir, y no agotar, desinflar.
Al final de cuentas, se podría
estar en un momento clave
para determinar modos de actuar,
de pulir lo que a cada uno
le corresponde hacer de acuerdo
con las funciones o compromisos
que eligió.
Por supuesto que lo que se
está experimentando convoca
a ser más cuidadosos, más tolerantes,
más exigentes. Si hablamos
de paradigmas, es posible
que se deba señalar que el mundo
de la empresa ya no podría
ser el mismo. La responsabilidad
social cobrará un sentido distinto.
Diversas actividades especializadas
serán más demandadas,
y deberán ser en verdad especializadas.
Los indicadores tendrán
un papel más relevante.
Aunque la memoria corta es
algo que estará presente, porque
no puede dejarse de lado que
muchas veces se recurre a ésta
para esconder algunas debilidades,
esa memoria no será tan
corta en algunos estratos en los
que se requiere asimilación de la
experiencia para estar preparados
ante eventualidades que, sin
ser pandémicas ni epidémicas,
demandan una serie de estrategias y acciones
soportadas en decisiones arriesgadas,
sí, pero prudentes también.
Por lo pronto, ya me anda por volver a
la calle y ver qué hacemos para que con
el concurso de mucha gente sigamos
inspirando y ayudando desde VIVIR SE-
GUROS, que, como escribí ya en alguna
ocasión, nació hace 15 años como concepto,
se orientó luego a ser una columna
y ahora, impulsado por la pandemia,
comenzó a recorrer un camino nuevo de
la mano de tantas y tantas personas que
están ayudando a configurarlo.
Muchas gracias a todos ellos y a quienes
nos han seguido en Sesiones VIVIR
SEGUROS, donde creemos que es hora
de sacar el coraje y traducirlo en un factor
crítico para avanzar hacia los fines
que cada cual determine pero que terminarán
conduciendo a México hacia
un estadio mejor para todos.
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