INTRODUCCIÓN
Desde la tragedia ocasionada por la talidomida, que en 1962 provoco el nacimiento de 10 000 niños malformados en Alemania, Japón y otros países, se conocen la alteraciones durante el desarrollo embrionario por agentes tóxicos. La talidomida como droga sedativa ejerce sus efectos nocivos entre los días 35 y 50 del embarazo, pero no produce ningún efecto en el embrión en desarrollo o antes o después de este periodo. Hoy día se conocen muchos factores que alteran el desarrollo y producen niños malformados. Entre ellos se destaca el genético, debido a la herencia de genes o combinaciones cromosomitas, la exposición a radiaciones, las enfermedades virales (como la rubéola.) y a diversos agentes químicos que han mostrado ser teratógenos en animales de laboratorio en ciertas etapas del desarrollo, específicamente durante la formación de los órganos del cuerpo, u organogénesis. Sin embargo el número conocido de teratógenos químicos conocidos para los seres humanos es muy reducido; la mayoría pertenece al grupo utilizado en la quimioterapia del cáncer. (Rodríguez Arnaiz 1997.)
Otro agente químico al que hoy día estamos muy expuestos a sufrir sus efectos secundarios, son los herbicidas. El principal papel de estos es exterminar a las hierbas para que no ahoguen a las plantas deseables. Actúan inhibiendo selectivamente la fotosíntesis de las hierbas, pero no en las plantas deseables. (Campbell, Farrel 2003). El objetivo principal de los herbicidas es eliminar plagas que afecten los cultivos. El hombre en su afán por producir cada vez más alimentos con la excusa de tener “seguridad alimentaria” ha llegado a desarrollar agentes potencialmente funcionales para evitar que las grandes extensiones de selva deforestada remplazadas por monocultivos, no tengan la menor influencia de organismos que podrían llegar a disminuir su productividad. Indudablemente los herbicidas son los aliados de la mala mano que trabaja la tierra. Lo que causa una mayor indignación es darse cuenta que otros se benefician con los venenos que aplican a la tierra.
Un ejemplo de esto es que los herbicidas representaron en todo el mundo el 47% de los casi 28000 millones de dólares de ventas de productos agroquímicos en el año 2001(Agrow2002). Los países de las economías desarrolladas abarcaron aproximadamente el 70% del mercado global de productos agroquímicos (Bryant 1999). Las ventas en América latina que presentaron el mayor incremento en 1996 descendieron casi a 3500 millones de dólares debidos especialmente al colapso de la economía Argentina y a las fluctuaciones de la tasa de cambio en Brasil. En el año 2001 las siete principales compañías de productos agroquímicos (Syngenta, Monsato, Agentis, BASF, Down Agroscience, DuPont y Bayer) informaron ventas por 22000 millones de dólares. El herbicida más usado en el mundo es el glifosato con ventas que constituyen el 11% de las ventas del mercado de los productos Agroquímicos. Otros compuestos sumamente difundidos son el Paraquat, que es considerado el segundo producto agroquímico más vendido, las Triazinas y el Metolachor, (FAO2004). No solo los herbicidas generan grandes ganancias a las multinacionales que se aprovechan de países como el nuestro, sino que sus efectos secundarios tanto en las personas como a la tierra son incalculables.