Ecos de Ciudad 1 | Page 15

ATARDECERES DEL BARRIO

Las fotografias pretenden mostrar aspectos naturales del barrio que contrastan con las dinámicas cotidianas que nos impiden reconocer otros espacios estéticos como el color del cielo en los atardeceres del barrio, que pasan por un arco de colores todos los días y que le dan un aire distinto a los días en medio de lo acelerado de las vidas en la ciudad y que le dan un entorno lumínico según las condiciones climáticas. Nuestro barrio tiene cielos grises, azules, morados, naranjas, amarillos y multicolor, un cielo que no siempre es apreciado ni admirado debido a lo enfocada que esta la gente con su vida cotidiana y sus actividades diarias y no se percatan de los increíbles y diversos paisajes que los rodean, debido a esto no logran disfrutar de lo magnifico que es detenerse un minuto, respirar y levantar el rostro deespegando la suela de los zapatos del asfalto.

Se muestra como un lugar y una silla que esperan a su invitado para que se siente y conozca el barrio y que le permitiría  una posición relevante en un lugar anónimo de la ciudad, ese alguien es quien opina y no hace nada, que muestra apoyo al cambio pero no actúa para que exista. Esta silla, es la demostración de la ausencia que puede llegar a ser fatal y una espera que perdura durante una vida, los años pasan y así sus avenidas llenas de huecos y charcos, de basura, barrios que envejecen y con ellos su esperanza. Se lamenta la falta de un Estado eficiente en una comunidad que convierte sus esquinas en botaderos, pero que también cuenta con ciudadanos que buscan la mejora de sus calles con una ilusión de mejores perspectivas a través de ideas artísticas para una nueva visión de la realidad, una esperanza de que todo mejorará y de que el cambio pronto llegará.

Una silla en medio de la tormenta, puesta en pie con fortaleza y así misma insegura por el futuro, rodeada de la vida, casas mal terminadas pero crecidas, ciudadanos esperanzados buscando la felicidad y una silla vacía en espera de quién se atreverá a sentarse allí.

Por: Heidy Rojas y Danna Urrego

LA SILLA DEL ANFITRIÓN

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Por: David Muñoz