Economía en Cuarentena - El Guácharo 2 E - Revista El Guácharo | Page 13
atractivas para el desar-
rollo
de
estaciones
“particulares” de servicio.
Todas serían permisadas,
con algunas normas bási-
cas de seguridad. Muchas
de ellas serían primitivas,
artesanales; no obstante,
en todo caso, atenderían
la demanda regional, espe-
cialmente, la de aquellos
productores de hortalizas,
verduras, frutas, carne y
leche,
principalmente
provenientes de la zona
andina y zuliana, actual-
mente imposibilitados
para ir a los mercados, al
no contar con transporte,
a consecuencia de la falta
de gasolina para encender
sus motores. Por esta
causa, Caracas, y, en
general, los mercados más
importantes, desde el
punto de vista poblacional
(zona central y norte
costera) y de recursos
estarían atendidos. Eso
estimularía a mayores
siembras, inversiones,
cosechas y ofertas.
B. Después de un
costosísimo e interminable
tiempo, la gasolina se
vendería a precios inter-
nacionales, objetivo que
todo el mundo defiende.
Por lo menos, mientras
dure la cuarentena. Tene-
mos años hablando del
ajuste de la gasolina y el
derroche que significa
regalar un producto tan
costoso, vital y estratégico
como ahora se evidencia.
Por ello, no resulta
comprensible la aparición
repentina de defensores a
ultranza del sistema de
despilfarro y bochinche,
señoreado actualmente en
nuestro sistema de suminis-
tro y consumo de los deriva-
dos del petróleo.
C. El gobierno, siguiendo su
transformación “chinesca”
de la economía que supone
férreo control político de
Venezuela y apertura
“neoliberal” de la economía,
debe, en lo inmediato, otor-
gar licencias de importación
de gasolina y allí es donde
entra a jugar Wilmer
Ruperti, el venezolano
quien, junto a Humberto
Calderón Berti, Luis Giusti y
Ronald Pantin, entre otros,
saben mucho del negocio,
y cuando digo saben, me
refiero a lo que está encima
de la mesa y a lo que está
debajo de la misma mesa.
El gobierno “achinado” de
Maduro, que ya se entendió
con la POLAR -recuerden la
asociación M&M (Mendoza
y Maduro) de la que tanto
se habla-, ahora tiene que
acompasarse con la vieja y
tradicional
rosca
del
petróleo, quienes saben
cómo se bate el cobre y se
corta el bacalao. Propongo
firmemente el otorgamiento
de licencias de importación
de gasolina con el precio
regulado al que antes hici-
mos referencia; que nego-
cien en el extranjero las
cantidades que sus bolsillos
y “ahorros familiares” le
permitan y, al propio
tiempo, el gobierno les dé
en concesión, dado el
Decreto de Emergencia