Análisis de cómo impacta las
decisiones del Presidente de los
EE.UU. a México.
México no es el principal problema de
Estados Unidos, pero Donald Trump sí es el
principal dolor de cabeza de los mexicanos.
Así se podría resumir parte del temor que se
cristalizó al sur del río Bravo el 8 de
noviembre pasado cuando Donald John
Trump se convirtió en el 45.º presidente de
Estados Unidos, contra el pronóstico de
millones de personas que creían que sus
polémicas y duras propuestas sociales,
políticas y económicas no serían avaladas
en las urnas.
Ya desde el 16 de junio del 2015, día en el
que anunció su intención de aspirar a la
presidencia de su país, con un discurso
cargado de duras palabras y amenazas hacia
China, pero especialmente contra México,
país del que dijo enviaba a lo peor a EE.
UU., la opinión pública se dio cuenta de sus
fobias, pero a la vez la franqueza del
magnate que en aquel momento no era
visto como nada más que eso, un exitoso
empresario con ínfulas de político.
Lo que muchos interpretaron como el capricho de un millonario, como
tantos otros que han aspirado a la Casa Blanca, que buscaba ser el
hombre más poderoso del mundo, se fue consolidando con el paso de los
meses y se manifestó en las encuestas y paso a paso, a políticos
conservadores más joven que él, los fue arrasando y contra la corriente
de su propio partido se convirtió en el candidato y meses después en el
mandatario.
Desde el comienzo de su presidencia, el 20 de enero, se ha dedicado a
expedir órdenes ejecutivas para derogar o modificar la obra de sus
antecesores, especialmente de Barack Obama. Mientras que hace su
trámite en el Congreso, de mayoría republicana, la nueva ley de salud
para reemplazar la llamada ‘Obamacare’, Trump expidió una norma que
obliga a restringir nuevos gastos e inversiones al amparo de esa iniciativa
que la nueva administración dijo que tardará en reemplazar cerca de un
año.