Juan Melchor Bosco Occhiena, un santo de la Iglesia Católica, un sacerdote, un hombre de carne y hueso, más un hermoso corazón, que se dedicó con amor, desprendimiento y ejemplo a promover los valores éticos y morales en los jóvenes de su época, asimismo a hacer el conocimiento accesible a la juventud necesitada, además de sus responsabilidades estrictamente religiosas. Dejó un hermoso legado que, más que por religiosidad, por humanidad, por reconocer la falta que nos hacen en estos tiempo buenos ejemplos de vida a seguir, a presentarle a nuestra niñez y juventud, debemos multiplicarlo, promoverlo entre los niños y jóvenes, entre todos, aun entre los adultos, conversarlo, destacarlo. Con tanto mal ejemplo que se destaca por ser ‘noticia', la buena noticia de que existieron y existen hombres y mujeres de corazón hermoso, dispuestos a todo por lograr que el bien prevalezca, da esperanzas y no debe ser ignorada. Podemos decir que el legado de este personaje es el trabajo con los jóvenes del mundo ya que de ellos va a depender el destino del planeta tierra,
El legado de Don Bosco