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Primeros años y primera comunión

Domingo Savio —«Dominguito» para sus padres—, nació en San Giovanni da Riva, cerca de Chieri, pero cuando tenía solo unos veinte meses, sus padres Carlino Savio y Brígida Gaiato se trasladaron a Murialdo, donde nacieron sus hermanos. En 1847, su madre lo llevó a la iglesia siendo párroco Juan Bautista Zucca; allí aprendió a ayudar en misa como monaguillo.

Encuentro con Don Bosco

El 2 de octubre de aquel año Domingo se encontró por primera vez con Juan Bosco en I Becchi, junto a la casa natal del educador, y el 29 de octubre de 1854 entró en el oratorio de Valdocco de Turín para completar los estudios, en particular el del latín.

Seis meses después, tras un sermón del padre Bosco acerca de la austeridad y el sacrificio, donde remarcaba que cuando uno se sentía oprimido por alguna calamidad o molestia del cuerpo había que ofrecérselo a la Virgen, Domingo renovó sus votos realizados con ocasión de su primera comunión ante el altar de María en el oratorio. El niño consideró que este sería el medio más adecuado para llegar a la más alta perfección y en ese momento se propuso convertirse en santo.

Domingo comenzó a realizar austeridades de todo tipo, como consumir sólo la mitad de su ración de comida, dormir menos tiempo y rezar más. Sentía gran devoción por la Virgen María, llegando a permanecer más de cinco horas diarias rezando. Una noche de invierno, Don Bosco encontró a Domingo temblando de frío en la cama, sin más cobertor que una sábana.